A los médicos nos encanta decir que “cada paciente es diferente de los demás”. Pues bien, las alergias son la mejor prueba de esta afirmación. Así, y para poner un ejemplo, mientras que la picadura de una abeja no supone más que una pequeña molestia e irritación para algunos (afortunadamente para la mayoría de nosotros), para otros (y a los que denominaremos alérgicos) puede ser un accidente grave que provocar riesgos y consecuencias graves para la salud.
Según Margarita Fernández, médico consultora del departamento de Alergología e Inmunología de la Clínica Universitaria de Navarra, "se entiende por alergia una reacción excesiva del cuerpo a través de una respuesta inmunológica a determinadas sustancias. Estos pacientes tienen predisposición genética a sufrir alergia desde el nacimiento, y en la mayoría de los casos los que presentan síntomas alérgicos suelen tener antecedentes familiares.
Al nacer, por tanto, nuestros genes llevan implícita esta información (la predisposición a sufrir la alergia), pero esto no significa que seamos necesariamente alérgicos, sino que si entramos en contacto con determinadas sustancias (denominadas alérgenos) esta alergia se manifestará. En el futuro, y gracias a los métodos avanzados de diagnóstico, se podrá saber quién será el alérgico y los médicos tratarán de remediarlo antes de que ocurra con terapia genética. Pero hoy por hoy, lo único que se puede hacer es esperar a que aparezcan los síntomas para después tratar la enfermedad (si es posible).
Las alergias de primavera pueden ser producidas por diferentes alérgenos. El polen o lorauta de las plantas es el alérgeno más frecuente y que afecta a más gente. Le siguen la picadura de insectos, sobre todo de abejas y avispas, el contacto con determinadas plantas o flores y la alergia al sol, que afortunadamente no es nada habitual entre nosotros.
Durante la primavera, la temperatura aumenta, las plantas florecen y los polen o jarrones se expanden por la acción del viento. En los meses anteriores el número de precipitaciones, si ha sido escaso, aumenta considerablemente los índices de polinización. Las regiones húmedas, las que más llueve, son las más adecuadas para una persona alérgica, ya que el agua de lluvia impide que los polen circulen por el aire, además de ayudar a "limpiar" el ambiente. Por el contrario, regiones como Andalucía, Extremadura y la Meseta Central son territorios secos donde se acumula una elevada concentración de polen, por lo que son las regiones menos favorecidas para los alérgicos.
El resto de tipos de alergia primaveral (insectos, algunas flores o plantas, así como la alergia al calor o al sol) pueden evitarse con cierta facilidad, ya que si no tiene contacto o contacto con dicha sustancia, ésta nunca aparecerá. Sin embargo, el esfuerzo por evitar la reacción alérgica puede cambiar radicalmente la vida, como suele ocurrir en el caso de personas alérgicas al sol, o en el caso de personas que, a pesar del calor intenso, están obligadas a mantener el cuerpo recubierto.
Además de los factores genéticos, también influyen factores ambientales como la contaminación o contaminación, los cambios climáticos y los hábitos de vida. Por ejemplo, la sensibilización hacia los pelos de animales domésticos (gatos o perros) es cada vez más frecuente y se manifiesta en todas las épocas del año, ya que la convivencia con estos animales es cada vez más estrecha en nuestros hogares.
No todos los alérgicos presentan reacciones alérgicas de la misma manera. A pesar del mismo tipo de alergia y de la misma sustancia o alérgeno, cada persona reacciona de forma diferente ante la agresión externa, también escrita y determinada en los genes.
En lugar de producirse la inflamación en la piel, cuando ésta se produce en el tejido inferior, el trastorno se denomina angioedema. No se extiende por todo el cuerpo, suele tener una sola posición, por ejemplo en los labios, párpados, escofinas o patas, y genital. Dado que las manifestaciones alérgicas han desaparecido en unos días y no vuelven a aparecer hasta que se pone en contacto con la persona alérgica de nuevo, puede resultar muy difícil conocer el origen de la alergia.
Si alguien teme ser alérgico o se sospecha que una enfermedad que ha tenido una o varias veces es alergia, lo mejor es acudir a un especialista para que éste realice un diagnóstico de certeza e identifique la sustancia que ha producido la sintomatología.
El tratamiento, por supuesto, es evitar el alérgeno si es posible. Y si esto no es posible, en el caso del polen, por ejemplo, el tratamiento suele ser inmunoterapia, es decir, vacunas. Con ellas se pretende habituar al cuerpo al contacto con el alérgeno, para lograrlo se inyectan en estas vacunas cantidades muy pequeñas de alérgeno para ir aumentando progresivamente. El tiempo necesario para percibir los beneficios del tratamiento depende siempre de cada persona, por lo que el tratamiento debe ser personalizado.
Medidas de atención a tomarA) Si padeces rinitis alérgica: Cierra las ventanas de la casa por la noche y lleva las ventanas del coche siempre cerradas, con filtros o filtros de aire acondicionado.
B) Si tiene asma alérgica: No fumar y evitar, si es posible, ambientes cargados. Ventila bien la casa pero no durante las horas de polinización arriba indicadas. Los filtros de aire acondicionado deben ser limpiados periódicamente. |