Hasta hace unos diez años, los problemas visuales sólo tenían dos soluciones, y las parciales eran gafas o lentes de contacto. Medidas correctoras que, en definitiva, daban solución de una manera u otra en lugar de resolver de forma radical el problema. Sin embargo, la tecnología láser ofrece una revolución total, ya que resuelve el problema para siempre, con rapidez y sin dolor.
Este tipo de cirugía está de moda en los últimos años y se va extendiendo día a día por diferentes motivos. Entre estas razones destacan las cuestiones estéticas, la comodidad y las razones económicas. Y es que, a pesar de que el coste de la operación es relativamente elevado, hay que tener en cuenta que el problema desaparece para siempre y que esta persona nunca tendrá que preocuparse más. En algunos casos, además, se incluye en el juego la necesidad o necesidad, sobre todo en el caso de personas que deben tener un nivel de visión adecuado para realizar un determinado trabajo o deporte.
Por el momento se pueden tratar problemas como la miopía (mala visión remota), la hipermetropía (mala visión cercana) y el astigmatismo (problema visual que nos hace ver imágenes deformadas). Sin embargo, tal y como afirman los expertos en la materia, las operaciones con láser no curan los errores ópticos, sino que los corrige completamente y para siempre. ¿Qué significa esto? Que el ojo con miopía va a seguir teniendo miopía a pesar de la operación, y que tendrá que seguir explorando. Por el momento, lo que se llama visión cansada, es decir, un problema que obliga a utilizar gafas para fijar la visión a partir de los 40-50 años (leer, coser o trabajar con las manos), sin solución quirúrgica.
Existen tres técnicas quirúrgicas de alta seguridad y eficacia. Depende de la edad del paciente y de la agudeza visual.
Problemas visuales leves
La técnica LASIK se realiza con el láser Excimer, ideal para pacientes con miopía inferior a 12 dioptrías, hipermetropía inferior a 5 o astigmatismo inferior a 7. Se trata de una operación relativamente sencilla, sin hospitalización del paciente, con unas gotas de anestesia local en el ojo; el problema visual se resuelve mediante tecnología láser, pulido de la córnea y aparato que permite corregir su curvatura (sin dejar cicatriz alguna). La intervención dura un máximo de veinte minutos y el paciente vuelve a su domicilio sin dolor ni molestias. La recuperación visual es inmediata, alcanzándose un 50% de la visión 24 horas después de la operación y un 80-100% a una semana. Los resultados son excelentes en el 95% de los casos.
Jóvenes con grandes problemas visuales
En pacientes jóvenes con miopía muy alta (mayor de 12 dioptrías), o hipermetropía de más de 5 dioptrías, se utiliza otra técnica quirúrgica; en la cámara anterior o posterior del ojo se coloca una lente porque no es posible intentar corregir el grosor o curvatura de la córnea, ya que el láser, como en los casos anteriores, no puede resolver el defecto de forma “mecánica”. El mayor avance de los últimos años ha sido la implantación de una lente flexible, ya que este tipo de lentes, a diferencia de las rígidas, sólo requieren un corte de 3 milímetros (de esta manera no se deben dar puntos). Este tipo de intervención se realiza con anestesia local, sin contraindicaciones especiales en manos de un especialista cirujano.
Pacientes mayores con mala visión
Esta tercera técnica se aplica a personas mayores de 45 años con miopías o hipermetropías muy grandes y además con cataratas o cataratas más o menos cataratas. Es la misma técnica quirúrgica que se utiliza en la reparación de cataratas. El cristalino se extrae y se sustituye por una lente que elimina la catarata y corrige la miopía o hipermetropía. Normalmente el paciente recupera la vista en el mismo momento en que finaliza la operación. Esta técnica suele dar muy buenos resultados y, por lo general, no se produce ningún problema si se elige bien al paciente.
Gracias a los últimos avances en cirugía oftalmológica, ahora se realiza un estudio personalizado de cada paciente. Para ello se analizan los problemas visuales y la córnea de cada persona. Esto permite calcular con precisión hasta qué punto se debe extraer el tejido de la córnea en cada caso, en función del espesor de la córnea que quede al paciente. También se analiza la sensibilidad a la luz y los problemas que puede tener el ojo ante la oscuridad y los colores. El objetivo no es sólo mejorar la visión, sino que, reduciendo el número de dioptrías del paciente, se pretende adaptar la intervención quirúrgica a las características de cada ojo.
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