Decir que el Sputnik 1 rompió las cadenas puede ser un poco más, pero que marcó el inicio de una nueva era en la historia de la humanidad. Las cadenas de la imaginación estaban rotas entre escritores y lectores desde hace mucho tiempo, y las más escépticas encauzaron el primer instrumento humano que la Unión Soviética colocó en el espacio aquel día en el cementerio de la mentura espacial.
El Sputnik 1 no era mucho, apenas pesaba 84 kg, pero su influencia ha sido enorme. Pocos podían imaginar que a los pocos años, cuatro de octubre de hace treinta años (y tras superar la primera sorpresa de la novedad), la puesta en órbita de un satélite no sorprendería a nadie. Actualmente las sondas puestas en el espacio por el hombre están a punto de superar el límite de nuestro sistema planetario en un largo viaje a las estrellas remotas. Durante este tiempo, nuestras botellas han roto la paz milenaria de la luna; las sondas automáticas enviadas por nosotros se han posado en los planetas más cercanos (Artizar y Martitz); las sondas enviadas en busca de gigantescos planetas exteriores nos han proporcionado una nueva visión de la estructura y estado de nuestro sistema; y, lo que quizá sea más importante, la información suministrada por los satélites y transmitida a través de los satélites se ha convertido en imprescindible para poder llevar a nuestra vida diaria.
El mundo del espacio es un día corriente, el día a día. Pero en 1957 era totalmente diferente. El lanzamiento del Sputnika tuvo una gran influencia en todo el mundo y especialmente en los EEUU. ¿Cuál fue el ambiente que vivió en aquellos días?
Las reacciones ante el lanzamiento de la sputnika se dividieron en dos grupos, como el mundo estaba dividido políticamente en dos bloques. La primera reacción de los occidentales fue una sorpresa. Todos esperaban que el primer satélite pusiera EEUU en el espacio. La segunda reacción fue la crítica (a los EE.UU. por no haber realizado los esfuerzos necesarios en el momento de preparar un proyector adecuado).
Fue un gran golpe para la sociedad de EEUU. Tras ganar la Segunda Guerra Mundial y sentar las bases de la energía atómica, quedaron atrás en la carrera espacial. El orgullo americano quedó muy afectado. Era conocido, y también maravilloso, que los soviéticos iban a poner en órbita un satélite, pero los americanos no hicieron caso a las predicciones, sino que las consideraron como propaganda soviética. Según los americanos, el primer instrumento humano que se iba a poner en el espacio fue lanzado desde el cabo Cañaberal.
El orgullo fue la respuesta de algunos norteamericanos. El almirante Bennet, líder de las Operaciones Marítimas, dijo que el satélite era un trozo de hierro que cualquiera podía lanzar. Pero las palabras escritas entonces por el periodista británico Patrick Donovan parecen resumir mejor la opinión de la población americana: La idea de que un pueblo totalitarista, haciendo un esfuerzo en un proyecto principal de investigación, puede superar un rico pueblo democrático, se considera imposible.
Sin embargo, los lanzamientos norteamericanos de Sputnika, por razones de prestigio, en un principio se embarcaron en un concurso espacial, aunque ellos no quisieran aceptar que había competición.
Por otra parte, el trauma del lanzamiento de Sputnika se intensificó con la puesta en órbita de la segunda Sputnika el 3 de noviembre del mismo año. Esto era quince veces más pesado que el otro y llevaba en su interior al perro Laika. El orgullo americano se ofendió aún más. Los soviéticos tenían dos satélites en órbita y los norteamericanos permanecían unidos al suelo sin poder superar algunos problemas mecánicos. Los americanos tuvieron que esperar hasta el 31 de enero de 1958 para colocar su Explorer Ia en el espacio. Una muestra del ambiente que vivía en aquella época es lo que dijo el físico Edward Teller cuando le preguntaron qué esperaba encontrar en la Luna: Rusos.
En el otro bloque y como era de esperar, este éxito en el camino al espacio abrió las puertas a la propaganda. Prueba de ello es la redacción de la agencia Tass al anunciar la nueva: Esta generación actual parece ser testigo de lo que el libre y consciente trabajo del popular de la nueva sociedad socialista ha hecho realidad el sueño más atrevido del ser humano.
La mentura del espacio ha dado muchas vueltas desde entonces, a pesar de que el 4 de octubre de 1957 está en el cantón de la calle. El lanzamiento de Sputnika provocó que, aún sin terminar por completo, esta interesante y atractiva mentura que nació hace treinta años se centra en nuevos horizontes.