Transgénicos: ¿ciencia o política?

Escajedo San Epifanio, Leire

Konstituzio Zuzenbideko Irakaslea

EHU

de Renobales, Mertxe

Biokimika eta Biologia Molekularra saila

EHU

En los últimos meses se ha vuelto a abrir el debate del cultivo transgénico. El 22 de abril, Alemania prohibió el maíz transgénico MON810. Poco después, el Gobierno Vasco, aparentemente, aprobó un sistema de autorización para la siembra de transgénicos, que pretende prohibir en la práctica los transgénicos. Estos hechos han vuelto a poner en cuestión la biotecnología. Creemos que el ámbito del debate se puede situar mejor: hay que tener en cuenta no sólo las claves científicas, sino también las políticas y económicas que están detrás de esas decisiones.
Transgénicos: ¿ciencia o política?
01/07/2009 | Escajedo, Leire; de Renobales, Mertxe | Departamento de Derecho Constitucional e Historia de la Teoría Política, Universidad del País Vasco; Departamento de Bioquímica y Biología Molecular, Universidad del País Vasco
(Foto: Imagen cedida por Syngenta)

Lo primero que hay que aclarar es que el MON810 se refiere al maíz y no a todos los transgénicos. El maíz Bt se desarrolló para liberarse de la influencia de la cosecha perforante y fue autorizado en la Unión Europea tras el informe favorable de la EFSA. Esta Autoridad de Seguridad Alimentaria es un comité de científicos independientes que nace con el objetivo de sacar la información científica de los debates políticos. Francia, Grecia y Alemania han presentado en los últimos años "nuevos informes científicos" sobre la MON810, pero, según los expertos de la EFSA, los nuevos datos no demuestran que puedan ser perjudiciales para la salud humana o el medio ambiente. La Agencia Francesa de Seguridad Alimentaria, compuesta por científicos independientes, expresó la misma opinión, aunque el Gobierno francés no siguió su criterio.

Por otro lado, según estudios publicados en prestigiosas revistas científicas, el maíz Bt es mejor que el maíz convencional o ecológico para la salud humana. En el caso de las micotoxinas con riesgo de cáncer (fumonisinas), los transgénicos tienen 100 veces menos que los demás, según han demostrado en estudios realizados en Francia, Italia y España. Entre 2003 y 2007, de las 62 alertas por micotoxinas, ninguna por transgénicos, sino por convencionales y ecológicos.

Ante todo esto, nos preguntamos por qué si este tipo de maíz, tras realizar informes científicos contrastados, ha sido autorizado a la Unión Europea, ¿por qué algunos países o regiones quieren restringir o prohibir por su parte? Detrás de esta recusación hay muchos datos que indican que hay más motivos económicos que científicos. Los productos agroalimentarios son estratégicos en cualquier sociedad, y las novedades que se dirigen a este ámbito, junto con el aprovechamiento de unos, pueden perjudicar a otros. En el mercado europeo hay bastantes transgénicos, pero ya han tenido un impacto económico suficiente. El maíz Bt tiene una incidencia directa en la alimentación animal y transversal en otros productos que se plantan (especialmente en los ecológicos de producción más cara). La legislación europea establece que la presencia de transgénicos en la etiqueta debe indicarse al consumidor cuando un producto contiene más de un 0,9% de transgénicos. Sin embargo, en las normas de agricultura ecológica, la presencia de transgénicos tiene consecuencias más severas. El uso por parte de un vecino de algunos de los plaguicidas marginados por la agricultura ecológica puede afectar de forma accidental a la cosecha ecológica. En este caso, si el impacto no supera el 5%, se puede poner en la tarjeta que es ecológico. Sin embargo, si la polinización se cruzara en cualquier medida con un transgénico del barrio, habría que perder el derecho a usar la tarjeta ecológica y vender la cosecha a un precio menor.

Desde una perspectiva más amplia, Alemania, que produce maíz suficiente para sus necesidades, ha permitido prohibir el maíz MON810, pero ha dado paso a la patata transgénica Amflora, con la patente de la empresa alemana BASF. Sin embargo, España produce 4 millones de toneladas de maíz y como tiene que comprar otras 4 en el exterior, el maíz Bt ha encontrado sitio en algunos lugares. Dado que en el País Vasco sólo se produce el 0,13% de esos 4 millones de toneladas y la escasez de perforaciones hace que la necesidad de maíz Bt no sea muy elevada y se quiera prohibir, mientras que en Cataluña se produce un 10,5%, el perforista suele causar graves daños y su gobierno no ha visto problemas con los transgénicos. Mientras no se discute si se debería o no declarar zona libre de transgénicos, los Países Bajos han elaborado una interesante propuesta en el Consejo de Ministros Europeos. Dicen que el modelo actual se ha basado únicamente en la ciencia, en el análisis de los riesgos potenciales. Sin cuestionar la idoneidad de este modelo, consideran que sería necesario un nuevo modelo que permita gestionar los efectos económicos que puedan tener en las regiones.

Con estos datos, nosotros, más que científicos, vemos razones sociopolíticas y económicas contra la siembra de transgénicos. Por ello, planteamos algunas preguntas para la reflexión: ¿Es justo cuestionar la "seguridad" de los transgénicos para evitar daños económicos? ¿Qué vamos a hacer con otros transgénicos que traerá futuro, como los que se pueden producir en sequías o los que aportan ventajas especiales a los consumidores? ¿Y qué pasará con los que hoy en día consideran ventajoso este tipo de maíz transgénico (algunos agricultores, pensadores y ganaderos, sobre todo)? El maíz transgénico producido en el exterior tiene las fronteras europeas, pero aquí no queremos producir, ¿es bueno para los agricultores?

Escajedo, Leire; de Renobales, Mertxe
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