Globalización de infecciones

Basaras, Miren

Mikrobiologiako Irakasle Titularra

En los últimos años hemos escuchado con frecuencia los nombres propios de algunas infecciones, como la gripe aviar, el virus Ebola, los coronavirus SARS o MERS, y un largo etcétera. Pero, ¿por qué amenazan el XXI? ¿en este siglo?
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Ébola es la causa de la última emergencia. Ed. CDC/CC-BY-2.0

Estas enfermedades se denominan “infecciones emergentes”, bien por la aparición de nuevos microorganismos o bien por el traslado de los ya conocidos y su transformación en problemas.

Las enfermedades infecciosas provocan el 20% de las muertes en todo el mundo, de las que un tercio son causadas por enfermedades víricas. La mayoría de los patógenos que infectan a los seres humanos proceden de otros animales (patógenos zoonóticos).

En 1992 el Instituto de Salud de Estados Unidos decía: “… en el contexto de las enfermedades infecciosas, en el mundo no hay un lugar totalmente aislado y nadie está totalmente protegido de esas enfermedades”.

En la actualidad, los nuevos modos de transporte permiten realizar viajes largos en un tiempo relativamente corto. A menudo estos viajes suelen ser más cortos que el periodo de incubación del agente infeccioso, por lo que los síntomas de la enfermedad a veces pueden ser detectables en destino. Los primeros casos de SARS, nuevo agente de la neumonía atípica, se detectaron en el sur de China y desde allí se extendieron a Europa y América, transportados por viajeros. En aquel momento, la información y el aviso a los pasajeros afectaron al control de propagación de la infección.

De este modo, se concluye que una enfermedad infecciosa en un territorio determinado es una amenaza para todos los demás, ya que los microorganismos no tienen en cuenta las limitaciones geográficas.

Además de los viajes, otros factores que contribuyen a las infecciones emergentes son los cambios climatológicos y demográficos. Como consecuencia del cambio climático, todo tipo de mosquitos pueden colonizar diferentes lugares y, de este modo, difundir los microorganismos que transportan. Un claro ejemplo de ello es el virus West Nile, que inicialmente sólo era detectable en el distrito de West Nile en Uganda, pero que actualmente se encuentra en diferentes regiones del mundo (Estados Unidos, Francia, Grecia, Alemania…). Este virus es transmitido por un mosquito del género Culex. En su ciclo salvaje, este mosquito infecta a las aves, pero también puede infectar al hombre y al caballo. Como se ha visto en los últimos años, las diferentes especies de Culex pueden ser vectores y, por otra parte, la prolongación del tiempo de transmisión facilita su extensión a diferentes latitudes y altitudes. Asimismo, el virus ha sufrido cambios y ha aumentado su patogenicidad en las aves, provocando la muerte de más aves. En resumen, poco a poco el virus se ha ido moldeando.

Por otra parte, tanto la población como la población de animales de consumo están aumentando notablemente, lo que supone un mayor contacto entre animales y seres humanos. Al mismo tiempo, la migración de seres humanos y animales hacia un medio ambiente compartido implica una relación más estrecha entre ambos, ya que los patógenos de los animales pueden atravesar fronteras naturales e infectarse por el hombre (el 65% de las plagas de los últimos 25 años han sido zoonosis). Las aves más graves de gripe (H5N1, H5N8, H7N9…) han causado problemas al contagiar las semillas de pollo, ya que de estos pollos infectados se han transmitido directamente al ser humano nuevos virus, causando graves enfermedades al ser humano. Afortunadamente, estos virus que se extienden por la vía aérea no tienen por el momento una gran capacidad de transmisión humana, por lo que las infecciones se han controlado destruyendo pollos infectados. Pero si estos virus alcanzaran la capacidad de propagarse entre los seres humanos, el problema sería muy grave, ya que con un solo estornudo se expulsan millones de virus y a corto plazo se infectan a varias personas y se produce una pandemia mundial.

En ocasiones, los conflictos nacionales o internacionales también pueden ser fuente de infección. En la actualidad, la Organización Mundial de la Salud (OMS) tiene varios planes para eliminar enfermedades como la poliomielitis o el sarampión. Sin embargo, como se ha visto en los últimos años, estas enfermedades se están extendiendo de nuevo en algunos territorios (Afganistán, Nigeria…) porque los gobiernos o los grupos militares no permiten la incorporación de niños debido a conflictos armados. Por lo tanto, hay niños que sufren alguna de estas enfermedades y ésta queda incontrolada.

Los brotes de enfermedades infecciosas indican la escasez de recursos de salud pública, como es el caso de la crisis del ébola. Es cierto que al poner de manifiesto estas carencias se pueden buscar soluciones y, tras aprender de los errores, se puede mejorar, pero está claro que para controlar las infecciones emergentes en este mundo globalizado es imprescindible la cooperación internacional. Cada nación no puede actuar por su cuenta, algunas organizaciones a nivel mundial (como la OMS) se ocupan de los problemas de las infecciones y lanzan consejos ante brotes infecciosos.

Pero no todo es oscuro, afortunadamente tenemos una nueva tecnología que permite un control limitado de estos microorganismos a la mayor brevedad posible Estos nuevos recursos permiten la identificación de microorganismos emergentes mediante secuenciación proteómica o epigenómica del genoma. Así se han detectado nuevos microorganismos como los coronaviruses SARS o MERS, o la variabilidad de la cepa (diferentes gripe aviar, variantes del virus de la inmunodeficiencia humana, etc.). A su vez, las técnicas de diagnóstico han mejorado notablemente en los últimos años y, cuando hay un brote, los resultados se conocen rápidamente, utilizando una reacción encadenada de polimerasa en tiempo real. Esta técnica cuantitativa se ha utilizado en la enfermedad causada por el virus Ebola.

Por otro lado, se están elaborando nuevas vacunas y fármacos desde otros puntos de vista: en el caso de las vacunas, se utilizan tecnologías recombinantes y virus no perjudiciales, mientras que para la fabricación de nuevos medicamentos se preparan fármacos de amplia extensión (por ejemplo, capaces de destruir diferentes tipos de virus). Algunos de estos fármacos destruyen las enzimas específicas de los virus y otros destruyen las moléculas de ARN.

Por lo tanto, a pesar de que estas infecciones emergentes suponen una amenaza para la supervivencia humana, la tecnología científica nos ha ayudado a estar preparados y a dar respuesta lo antes posible. Está claro que siempre tenemos que estar atentos.

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