El tráfico de combustibles radiactivos se ha convertido en una moda reciente. Será difícil saber si el combustible obtenido en el mercado negro es para construir bombas nucleares o alimentar centrales nucleares. Sin embargo, teniendo en cuenta que en Europa hay más centrales nucleares que en ningún sitio y que las reservas de combustible, es decir, las reservas de uranio, son de 150.000 toneladas (por lo tanto escasas) y que la guerra atómica está hoy en día bastante alejada, creo que el tráfico de combustibles radiactivos tiene como objetivo centrales nucleares de fisión.
Los informantes también nos dicen que el tráfico plutónico ha nacido cuando fue la Unión Soviética. Sus centrales nucleares están dominadas por el caos, por lo que las mafias que trafican con plutonio o tecnología en general son distintas. Sabemos que la tecnología desarrollada en la Unión Soviética y los científicos formados fueron punteros en la década pasada. Hoy en día, sin embargo, talleres locales, centrales nucleares, etc. se han convertido en gran medida en vertederos tecnológicos, ya que no hay personal cualificado para mantener dicha tecnología y las fábricas.
¿Dónde están los científicos más punteros de la década pasada?
He encontrado la respuesta a esta pregunta más rápido de lo esperado tras leer varias revistas científicas, y tengo que reconocer que la respuesta ha sido preocupante. Al parecer, los científicos han emigrado. La emigración científica es normal para quienes vivimos en el estado español. Además, para el científico es un honor estudiar en universidades extranjeras. Pero lo que ha ocurrido en la antigua Unión Soviética ha roto todas las marcas. De alguna manera, se ha organizado una tómbola con investigadores y científicos locales, cuyos compradores han sido universidades y centros de investigación occidentales. El precio pagado ha sido igual al que liquida sus productos cuando una tienda fracasa.
En mi visita al CERN suizo tuve ocasión de demostrar lo dicho anteriormente. Además, en él detecté otro problema, es decir, que siendo punteros los investigadores que traían con dos sosas, ¿para qué mantener a los científicos locales que tienen salarios tan altos y un nivel científico igual o inferior a los anteriores?
Sin embargo, este problema es muy pequeño en comparación con el que se está produciendo en la antigua Unión Soviética, donde la fuga de científicos está convirtiendo a la industria de antaño en un vertedero tecnológico, a veces muy peligroso como es el caso de las centrales nucleares.
Para hacer frente a esta situación, los ricos Estados occidentales han iniciado un trato con los Estados miembros de la Unión Soviética, y aunque las conversaciones o los acuerdos alcanzados se han producido en silencio, me parece que estamos en una grave hipoteca política y económica. Por lo tanto, considero que estas soluciones puntuales son inversiones futuras en conflicto. Además, en la situación actual, diría que la solución global tampoco es difícil ni imposible, mientras no se alteran las bases de la ciencia y la tecnología, es decir, la ciencia y la tecnología no se ponen al servicio del desarrollo y al servicio del hombre. Este cambio de enfoque no tiene por qué estar en contra del desarrollo, pero mientras el desarrollo sea una mera tecnocracia o productividad sí.