El único problema de los dirigentes de la ciudad china de Xangai no parece ser la manifestación de los alumnos. La contaminación produce grandes burukomines. El ambiente del champagne es tan fumador que la lluvia también quema las camisas de nylon. Este magapolis, conocido en alguna ocasión como París del Este, está sufriendo las consecuencias de 40 años de abandono.
Las autoridades de Shanghai están considerando un presupuesto de mil millones de dólares para renovar el sistema de alcantarillado de la ciudad. Diariamente, de los hogares y fábricas se vierten 3,4 millones de m3 de agua residual al río Suzhon y al río Huangpu. El río Suzhon está muerto y hace años perdió los últimos restos de la vida. La situación del río Huangpu es algo mejor. Las autoridades del champagne utilizan el índice de olor como indicador del grado de contaminación: El arroyo Suzhon ha estado enrollado en 364 días de los 365 días y el río Hauangpu ha estado igual en 165 días.
La contaminación de Shanghai se ha triplicado en los últimos cuarenta años y hoy en día hay 12 millones de personas. Sin embargo, el sistema de alcantarillado prácticamente no ha experimentado innovación.
El proyecto que se está estudiando por las autoridades de Shanghai propone la construcción de un túnel de 40 km de vertido de residuos en el río Yang-tsen-Kiang. Según los proponentes de la idea, el estuario de Yang-tsen-Kiang sería capaz de recoger todos estos residuos.
La contaminación del agua no es el único problema. La contaminación del aire y la acústica tienen también un gran peso. En 1984 se emitieron 44 toneladas/km2 de polvo a tierras de Shanghai como consecuencia de los trabajos realizados en las más de 8000 fábricas de la ciudad.