Los responsables de las granjas estarán en condiciones de congelar y guardar los embriones del cerdo. Después, cuando se desee o se necesite, se aplicará al estómago para que se produzca el desarrollo completo. Esta técnica se viene utilizando desde hace años con las vacas, desde mediados de la década de los 80 se empezó a trabajar de este modo con las vacas y en la actualidad se ha convertido en una técnica utilizada, barata y cómoda.
Sin embargo, en los cerdos no se podía utilizar esta técnica. John Dobrinsky es un animal fisiólogo que ha conseguido que se ejercite también en cerdos. Cuando los embriones de vaca se congelan, el proceso de congelación se realiza con relativa lentitud, dando lugar a la formación de cristales en el embrión y sus proximidades. Estos cristales matan las células y mueren entre un 15-20% de las células del embrión. A pesar de este daño, el embrión vacuno avanza, pero no el del cerdo.
Por lo tanto, todas las sesiones de Dobrinsky se han centrado en acelerar el proceso de congelación. Para ello ha utilizado una técnica llamada vitrificación, que con nitrógeno líquido congela a -196 ºC. La congelación es muy rápida, por lo que no se forman cristales en el embrión. Sin embargo, estos embriones no fueron viables.
La razón era que los microfilamentos que se encargan de mantener la estructura de la membrana celular se vieran dañados, por lo que las células deformaban y no realizaban correctamente sus funciones.
Pero el investigador también ha encontrado remedio a este problema y, antes de congelar los embriones, utiliza una sustancia química llamada citoalasina para evitar daños celulares. De este modo, ha hecho viable el 80% de los embriones de cerdo congelados, una proporción que, a su juicio, sería comercializable.