Enamorarse de los chatbotes

Galarraga Aiestaran, Ana

Elhuyar Zientzia

Publicado en el periódico Berria, el 13 de octubre de 2023

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Ed. Mihamed Hassan/Pxhere/CC.0

Cuando se estrenó la película Her era de ciencia ficción. El protagonista de la película, un hombre introvertido y vulgar llamado Theodore, pierde a su novia. Para llenar de alguna manera su hueco, comienza a hablar con un avanzado programa de inteligencia artificial con el que se enamora poco a poco de forma natural.

Diez años después, aquella historia de ciencia ficción se convierte en realidad. Hoy en día, los creadores de texto y voz a través de la inteligencia artificial (chatbots) son tan eficaces que son capaces de generar emociones y sentimientos profundos, entre ellos el amor. Así, cada vez se conocen más casos como Her y algunos llegan a casarse con la réplica del programa.

A los expertos no les parece tan sorprendente. Porque a los chatbotes que simulan pareja no se les llama réplica en vano. Es decir, han sido diseñados para ello, no sólo para conversar como una persona, sino para satisfacer los deseos y deseos del usuario, para agradarle.

En ello contribuye la inteligencia artificial, que al ser capaz de aprender, puede “recordar” y mejorar las conversaciones anteriores. En esto se diferencia de otros productos ya existentes, como el tamagotxi. Este juguete favorecía la interacción y muchos usuarios tenían una relación afectiva con el dispositivo. Pero como la interacción era limitada, antes o después se agotaba.

Sin embargo, gracias a la inteligencia artificial, los chatbots actuales son cada vez más conocidos (tienen más datos) a la persona que interactúa con ellos. ¿Cómo renunciar a eso que te dice exactamente lo que quieres escuchar? ¿O a lo que te ofrece el producto, la película, la canción, el recorrido, la experiencia… que buscas justo?

En los estudios que se han realizado, las personas que se han enamorado de los chistes, en general, son conscientes de que estos programas que tienen como pareja no son petsonas, pero esto no les impide tener sentimientos hacia ellas. Según algunos, la relación que desarrollan algunos animales domésticos es similar. Es más: Según Kate Darling, investigadora del MIT, estamos programados biológicamente para asignar la idea y la vida a cualquier entidad que nos parezca autónoma.

Aunque estas relaciones han sugerido que pueden suponer un riesgo psicológico, los investigadores han reconocido que aún no se conocen bien los mecanismos y las consecuencias que se esconden. Saben que tiene que ver con el sistema de recompensas cerebrales: cuando un estímulo activa el sistema se segrega dopamina, lo que produce placer. El problema es que hay estímulos que generan adicción y que cada vez se necesita una dosis mayor para conseguir una fuga de dopamina.

Mientras otros investigadores investigan las consecuencias de enamorarse del chat en el cerebro del usuario, ponen el foco en la sociedad. Tras la pandemia del COVID-19, las investigaciones demuestran el crecimiento de la soledad y son evidentes los daños en la salud física y psíquica que provoca sentirse solo. En este contexto, sus impulsores aseguran que los chats capaces de generar relaciones emocionales pueden ser beneficiosos. Pero en lugar de centrarse en el fondo del problema, vuelven a poner la solución al individuo. En concreto, al individuo que puede pagar por la solución.

 

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