“ELHUYAR. El incansable colaborador de la revista “Zientzia eta Teknika”, Alfonso Martínez de Lizarduikoa, nos ha dado dos artículos bajo el título “El gran enigma del cataclismo de Tunguska” (Ver ELHUYAR. Ciencia y Técnica” números 66 y 67). El tema de los artículos es uno de los acontecimientos naturales más sorprendentes de este siglo, el ocurrido en Túnez en 1908.
En el número de 7 de enero de 93 de la prestigiosa revista Nature se ha dado a conocer la última investigación sobre este hecho. El autor de este trabajo es Christopher Chyba, del Goddard Space Flight Center de la NASA, acompañado por Paul Thomas y Kevin Zahnle.
Como bien nos explicó Alfonso Martínez en sus artículos, los intentos realizados para aclarar el cataclismo de Túnez han formulado hipótesis diferentes. Antimatería, pequeños agujeros negros, OVNIS (Objetos Volantes Desconocidos), meteoritos, etc... son los que se han utilizado en estas hipótesis como causa del suceso.
Según el trabajo que acaba de publicar, las extrañas hipótesis que se han utilizado no tienen cabida. Chyba argumenta un fenómeno mucho más común: el de Tunguska es el resultado de lo que un asteroide generaría al entrar a la atmósfera de la Tierra. No hay, por tanto, grandes novedades, ya que la hipótesis del meteorito atmosférico se ha repetido en varias ocasiones.
Pero había un problema para aceptar estas hipótesis: no hay grandes cráteres en el lugar de la colisión. Hay pequeños cráteres alrededor, pero no hay los que corresponderían a un meteorito que podría provocar una catástrofe de este tamaño. Por ello, quienes han defendido esta hipótesis han anunciado que podría tratarse de un meteorito de baja densidad o de un cometa. Así se podía explicar el estallido en la atmósfera sin choques en la superficie terrestre.
Chyba y sus acompañantes proponen como causa de la catástrofe un asteroide de piedra de 30 m de diámetro. Para explicar el de Túnez se necesitaría un fenómeno capaz de explotar a 10 km de la superficie terrestre y liberar la energía de una bomba de entre 10 y 20 megatones. Los cometas o meteoritos de baja densidad (asteroides de carbono) estarían explosivos a mayor altura. Por el contrario, el meteorito de hierro alcanzaría la superficie terrestre y chocaría.
Pero la aportación principal de este estudio no es la propia naturaleza del objeto (que por supuesto condiciona a los siguientes), sino el efecto de las fuerzas aerodinámicas que han propuesto explicar su fragmentación y dispersión. Como esta hipótesis plantea la influencia de un meteorito normal, parece más aceptable para los científicos.
Por otro lado, la física de fragmentación de meteoritos en la atmósfera de la Tierra es similar a la de los cráteres de la física de Venus, por lo que se espera una mayor investigación en esta vía, y así ir aclarando las sombras que quedan alrededor del enigma de Túnez.