Un grupo de hematólogos ha desarrollado la refrigeración de las plaquetas sin perder funcionalidad. De este modo, las plaquetas que se recogen para transfusiones permanecen más tiempo y se reduce el riesgo de infección.
Actualmente las plaquetas se almacenan a temperatura ambiente. Si se enfrían antes, se eliminan de la sangre en el hígado. De hecho, a las plaquetas, una vez enfríadas, aflora una determinada molécula de azúcar que las células del hígado conocen.
Para cubrir el azúcar que aparece en la superficie de las plaquetas, se ha añadido la solución de la uridina, la galactosa de difosfato. Así, las células del hígado no lo conocen y se consigue que las plaquetas permanezcan en la sangre.