Las atmósferas de los grandes planetas, Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno, nada tienen que ver con las de los planetas más pequeños, Tierra, Venus y Marte.
Sin embargo, un grupo francoamericano, basándose en las observaciones realizadas por la sonda Voyager I y aprovechando las mediciones realizadas desde la Tierra, afirma que está sucediendo lo que se conoce como efecto invernadero en la atmósfera del Titane, el mayor satélite de Saturno.
Por lo tanto, lo que ocurre en Titán es muy importante para los terrícolas, ya que aquí ocurre un fenómeno similar.
Las superficies del Titane y de la Tierra soportan la energía emitida por el sol en un tramo visible y posteriormente la emiten como radiación térmica. La mayor parte de esta radiación es absorbida por los gases atmosféricos (hidrógeno, metano y nitrógeno en el caso de Titán y vapor de agua y dióxido de carbono en el caso de la Tierra), lo que provoca un calentamiento atmosférico junto a la superficie terrestre.
Además, según estos investigadores, en el caso de Titán la mayor parte de la radiación solar se absorbe en la alta atmósfera. Una capa de brumas, situada a una altura entre 100 y 500 km, absorbe mucho los rayos del sol y permite el paso de la radiación infrarroja emitida desde la turba. Este efecto, denominado "efecto anti-invernadero", provoca que la temperatura de la superficie del Titane disminuya 9 K, pero el efecto invernadero hace que la superficie se caliente 21 K. El resultado es el calentamiento de la superficie del Titane de 12 K.
En la Tierra se produce un fenómeno similar pero en menor medida. Sin embargo, los volcanes o la guerra nuclear pueden aumentar el "efecto anti-invernadero".
Por lo tanto, lo que está pasando en Titán puede ser muy importante para saber qué no hay que hacer.