Al COVID-19 se le pareció inicialmente una gripe maligna que provocaba la neumonía. Y pronto vieron que afectaba más gravemente a las personas mayores y a los hombres más que a las mujeres. También se afirmó que la mayoría de los niños eran asintomáticos, pero tardaron más en saber cómo afecta el virus a las embarazadas y a los fetos.
El desastre provocado en 2016 por la epidemia del Zika estaba en mente de muchos. El virus se transmite a través de la punción de un mosquito y es una discriminación perjudicial para el feto. Produce aborto espontáneo o microcefalia en los recién nacidos. Por miedo a ello, muchos embarazadas decidieron abortar y, como la peste no es legal abortar en algunos países, muchas mujeres murieron en abortos ocultos.
Sin embargo, el virus SARS-CoV-2 no funciona así. Según los datos obtenidos hasta el momento, para las embarazadas no es más malo que para las demás, ni se ha demostrado que interfiere con el feto (transmisión vertical). Tampoco se contagia a través de la leche, pero aún no saben el riesgo de contagio del bebé durante la lactancia a través de la respiración materna. Por si acaso, se recomienda actuar con la prudencia y las medidas preventivas más estrictas.
También lo están haciendo en los partos, más aún si las mujeres dan positivo en la prueba de diagnóstico. Las medidas también han afectado tanto al seguimiento de las embarazadas como a las que estaban recibiendo tratamiento de reproducción asistida. Así, diversas asociaciones han denunciado la vulneración de los derechos sexuales y reproductivos.
Por ejemplo, a principios de mes cientos de asociaciones no gubernamentales convocaron a los gobiernos europeos para que garanticen el derecho al aborto. Entre otras cosas, pidieron que se eliminen las trabas para canalizar los abortos y que se les ayude a tener abortos prematuros en casa. Recordaron que el confinamiento ha impedido a muchas mujeres el uso de anticonceptivos y que las violaciones domésticas también se han intensificado. Esto ha dado lugar a embarazos no deseados.
La Federación Internacional de Ginecología y Obstetricia (FIGO) también ha advertido que las chicas y mujeres que se encontraban en la situación más vulnerable son las que más están sufriendo las medidas adoptadas por el covid-19. La Federación, que agrupa a las organizaciones de ginecología y obstetricia de 132 países y territorios de todo el mundo, ha visto que las violaciones de los derechos sexuales y reproductivos han aumentado en todo el mundo: no sólo han aumentado las violaciones y los embarazos no deseados, sino que la prevención de enfermedades de transmisión sexual ha quedado suspendida, en mayor o menor medida, en todas partes.
Respecto al aborto, subrayan que está demostrado que las tasas de aborto son similares en los territorios donde el aborto es libre y está limitado. En estas últimas, sin embargo, las madres se ponen mucho más en peligro, ya que están obligadas a abortarse fuera del sistema sanitario.
Para superar los límites establecidos en el derecho a abortar los confinamientos, FIGO apuesta por la telemedicina. Afirma que los abortos prematuros en casa son eficaces y seguros con los consejos e instrucciones recibidos de forma remota y la disponibilidad de medicamentos. En muchos lugares ya se está prestando este tipo de servicios y la federación ha confirmado que es una buena solución. Sin embargo, teme que los efectos de la pandemia se noten a largo plazo en la salud sexual y reproductiva, ya que no se les ha dado prioridad.