Se ha inventado en la Universidad de Bristol (Gran Bretaña) y sus tareas no son complicadas. Ecobot II trabajará como sensor midiendo concentraciones de gases tóxicos o temperaturas extremas, por ejemplo. También se encargará de enviar los datos recogidos.
La particularidad de Ecobot II reside en su camino hacia la obtención de energía. Las moscas son la fuente de energía del robot. Ecobot II captura moscas y digestión en un reactor especial. En esta digestión se genera la electricidad necesaria para el funcionamiento del robot.
El robot utiliza el olor a heces para atraer moscas. En el reactor hay agua residual en ambiente anaeróbico y la mosca se convierte en alimento para las bacterias presentes en las aguas residuales. Las enzimas bacterianas dividen la quitina del exoesqueleto de la mosca y metabolizan las moléculas de azúcar que se forman durante la fragmentación. En este proceso se liberan los electrones y se aprovecha para generar la corriente eléctrica. Esta energía es suficiente para que el robot se mueva un poco cada 12 minutos y haga su trabajo.
Antes existía un robot similar, pero éste utilizaba el azúcar refinado para producir energía. El gusto de Ecobot II no es tan fino como el del otro, pero ser tan primitivo en este caso es una ventaja, más barato e independiente.