En el futuro será posible la limpieza de aguas sucias que contengan hidrocarburos clorados y la obtención de hidrógeno simultáneamente.
A lo largo de los años, los químicos han estado persiguiendo el bajo coste del hidrógeno por hidrolización del agua. El hidrógeno sustituiría a los combustibles fósiles en muchos usos. La mayoría de las vías ensayadas han dado lugar a reacciones colaterales que paralizaban el proceso en pocas horas.
Para conseguir la hidrólisis del agua, es decir, la separación del agua en sus dos componentes (hidrógeno y oxígeno), se pretende utilizar la luz como fuente de energía.
Si en la luz hay energía suficiente para hidrolizar el agua, pero el agua es transparente a la luz, por lo que la luz pasa sin producir nada. No obstante, si se añaden al agua sustancias llamadas sensibilizantes se consigue que se produzca hidrólisis. Estos sensibilizantes absorben parte de la energía lumínica y se excitan electrónicamente. Los sensibilizantes excitados reaccionan con el agua formando productos intermedios muy reactivos. Teóricamente, estos productos intermedios, antes de reaccionar entre sí, encuentran un catalisador de platino y comienzan a formar hidrógeno.
En la práctica no es así y estos productos intermedios reaccionan con el sensibilizador y lo deterioran. La luz también deteriora parte del sensibilizador. En consecuencia, en pocas horas el sistema no genera más hidrógeno y es necesario renovar el fotosensor. Esto impide el uso comercial de los costes.
Este grupo londinense ha propuesto la utilización como fotosensibilizadores de sustancias (sulfuros orgánicos, ures, fenoles e hidrocarburos clorados) que se encuentran en las aguas contaminadas. El coste del proceso se reduciría considerablemente.