Las primeras marmotas entraron en los Pirineos en 1948, cuando se organizó una colonia con ejemplares procedentes de los Alpes. A partir de entonces el número de marmotas aumenta y se encuentran constantemente nuevas colonias.
Las marmotas, al carecer de cazadores específicos en los Pirineos y ser muy adaptables, pueden extenderse con temor y causar graves problemas ecológicos en los Pirineos.