Andrew Francis es el economista que estudia la relación entre la revolución sexual y la penicilina. Explica que en la década de 1950 la expansión de la penicilina provocó el control de la sífilis, lo que provocó un cambio en las conductas sexuales.
De hecho, en los años 30 y principios de los 40, la sífilis era una enfermedad grave: En 1939 mató a 20.000 personas en Estados Unidos. “Era el sida de la época”, afirma Francis.
De hecho, la penicilina se descubrió en 1928, pero en torno a la Segunda Guerra Mundial se demostró que era eficaz contra la sífilis. A partir de entonces se desarrolló, se abarató y se expandió, logrando dominar la sífilis y perdiendo el miedo que la gente tenía antes.
Para llegar a estas conclusiones, Francis ha analizado los datos del Centro para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos entre 1930 y 1970, centrándose en tres parámetros para medir las conductas sexuales: el nacimiento de los niños de la temporada, los partos de adolescentes y la incidencia del gonorrea (una enfermedad que se contagia fácilmente por vía sexual).
Según Francis, los datos ponen de manifiesto la relación entre la penicilina, el control de la sífilis y la revolución sexual. Y ha dado un paso más: en el caso del sida, también ha dicho que conviene tener en cuenta la relación entre la extensión de los antirretrovirales y la pérdida de miedo al sida, ya que aumenta la tendencia a tener relaciones sexuales peligrosas.