Miren Bego Urrutia Barandica, responsable de la Dirección de Divulgación Social de la Investigación de la UPV/EHU, compara el conocimiento con una isla: cuanto más se sabe, más se expande el área de lo que no se sabe; cuanto mayor es la superficie de la isla, mayor es el perímetro.
Con el COVID-19 ocurre lo mismo: el virus causante de la enfermedad ha pasado de ser un virus totalmente desconocido a ser un tema de investigación prioritario en todo el mundo. Las respuestas han sido más rápidas que nunca, pero las preguntas van en aumento. Sin embargo, querer responder demasiado rápido puede provocar un terremoto en la isla y poner en peligro lo construido en ella.
Un ejemplo de ello es la investigación para aclarar el origen del virus. Los estudios genéticos descodificaron rápidamente el genoma del virus, demostraron rápidamente que provenía de los murciélagos de origen, y dijeron rápidamente que el animal intermedio entre los murciélagos y los seres humanos podía ser una serpiente.
El conocimiento de este animal intermedio es muy importante, ya que a través de él ha llegado a los seres humanos, no de los murciélagos. En las otras dos plagas creadas por los coronavirus durante este siglo, SARS y MERS, las civetas (un salvaje felino asiático) y los dromedarios fueron los medios.
Hay que tener en cuenta que en China y en muchas partes del mundo es habitual vender animales salvajes en los mercados de alimentación. Y el mercado de los mariscos de Wuhan fue desde el principio el origen de la enfermedad, donde también se venden serpientes, por lo que podían contaminar el virus a los seres humanos.
Sin embargo, algunos investigadores no tardaron en expresar sus dudas y creían que el medio debía ser un mamífero. Y parece que estaban bien: estudios posteriores han descartado serpientes y puesto en peligro pangolinas. Las pangolinas habitan en África y Asia tropical, tienen el cuerpo cubierto de escamas, los extremos y las colas largas y están protegidas. Desgraciadamente, no es raro vender especies protegidas en este tipo de mercados. Parecía, por tanto, que las investigaciones tomaron el camino correcto.
Sin embargo, ahora han cancelado que este mercado de Wuhan fue el origen de la epidemia. Y la participación de las pangolinas tampoco está del todo clara. Es decir, que las consecuencias sean demasiado rápidas no tiene ningún beneficio, al contrario.
Más cerca de nosotros, otra especie ha causado preocupación y confusión: los gatos. De hecho, en China se llevó a cabo una investigación sobre si los animales domésticos enfermaban de covid-19 y han descubierto que los gatos se contaminan con el virus que produce el covid-19, pero no con perros, cerdos, pollos y patos.
Los investigadores advierten que de ello no se puede deducir que los gatos sean transportadores de la infección. Al parecer, durante el experimento, les pusieron una gran cantidad de virus en los orificios nasales. En otras especies no, pero en los gatos se reproduce el virus. Sin embargo, no les causó síntomas y no parece que los seres humanos puedan contagiarlos.
Sin embargo, cuando la investigación llega a los medios de comunicación, la preocupación se ha extendido entre muchos gatos. Una vez más parece que ha salido demasiado rápido. Pero, por otro lado, conviene estar atentos para detectar cuanto antes si hay transmisión entre personas y gatos. Por tanto, no es fácil mantener un equilibrio entre prudencia y urgencia. De momento, lo que sabemos del covid-19 no es más que una pequeña isla perdida en el océano.