Hallan restos de neandertales en la cueva de San Adrián

Galarraga Aiestaran, Ana

Elhuyar Zientzia

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Fotografía de los materiales más significativos encontrados: los huesos rotos por los neandertales en la parte superior; los instrumentos de piedra pétrea en la parte inferior (raspador y prados de cantos

La Sociedad de Ciencias Aranzadi ha realizado un importante descubrimiento en la excavación de la cueva de San Adrián, en una capa anterior a la aparición del hombre moderno: los utensilios de piedra realizados por neandertales y los huesos de la fauna comída. A partir de estas pistas, los arqueólogos no tienen duda de que hace al menos 40.000 años los neandertales utilizaron la cueva. Se trata de un paso entre Gipuzkoa y Álava en la sierra de Aratz-Aizkorri, el lugar más alto donde se han encontrado restos de neandertales.

Zona de sondeo Ed. Manu Zeberio

El arqueólogo de Aranzadi, Jesús Tapia Sagarna, ha sido uno de los directores de la excavación, según el cual ya sospechaban que podían encontrar restos de neandertales. “San Adrián siempre ha sido la cueva de los hallazgos casuales. En el paso principal, con tantos edificios y movimientos, no se podía saber si había algo. En un principio, por tanto, trabajamos en labores de limpieza y sondeo. Había referencias medievales, y las primeras búsquedas se centraron en ello. Pero ya en aquellos primeros sondeos, en 2011, se encontraron restos de ocupación de la Edad del Bronce. Entre ellos se encontraban algunos cantos de aspecto semejante a los de la Edad del Bronce. Nuestra hipótesis era que bajo la capa de la Edad del Bronce estarían otros más antiguos y que en la Edad del Bronce, al hacer los agujeros, sacarían superficie”.

Retomando esta hipótesis y concluida la excavación de la Edad del Bronce, se realizaron nuevos sondeos y se encontraron restos de la última Edad de Hielo: Madeleine y Azil (entre 13.000-14.000 años). “Esto nos sitúa frente a otro escenario en el que el clima era entonces mucho más frío que el actual, era un momento relativamente cálido pero dentro de la glaciación. Y esos hombres eran cazadores-recolectores, nómadas, y demostramos que iban también a la altura”, explica Tapia.

Además, al limpiar el muro, se dieron cuenta de que era mucho más alto de lo que creían: 7 metros. “Por lo tanto, el relleno de la cueva alcanzaba una profundidad mucho mayor. Y ya al pie de la muralla apareció un par de piezas de olor característico: eran unas piezas de piedra volcánica, pero su técnica no era la del hombre moderno; huían de los neandertales. Así cogimos la pista”.

Testimonio de Neandertal

En los años siguientes se realizaron excavaciones en el periodo Azil y Madeleine, y el año pasado se realizó otro sondeo más profundo. Así lo cuenta Tapia: “En Haisera, en las capas inferiores del periodo Madeleine, no encontramos nada, pero vimos que había tierras de diferentes características, relacionadas con las variaciones climáticas. De hecho, en el Bazo de la Edad del Hielo hubo épocas más frías y otras más templadas. Y este año, nada más empezar, hemos tocado una capa de época templada, con los huesos de unos pequeños animales, con las presas dejadas por las aves… Y, entre ellos, algunos claramente atrapados por el hombre”.

Aunque todavía no se ha determinado la especie a la que pertenecen, Tapia cree que eran los mamíferos más medianos: ciervos, salvajes… Y es evidente que fueron raspados y rotos por el hombre para retirar la carne y extraer la médula. Poco después empezaron a sacar unos útiles de piedra, sin rastro de las técnicas del hombre moderno.

Grupo de trabajo que ha encontrado pistas de neandertales. Ed. Alfredo Moraza

Esta capa era muy fina y al comenzar a buscar debajo de ella aparecen otras piezas. “Aparece un raspador, por ejemplo. En total no llegan a veinte piezas, pero al menos dos están trabajadas sin duda con la técnica que conocemos a los neandertales. Pertenecen al periodo Moustier”, matiza Tapia. Ha querido dejar claro, eso sí, que no han encontrado huesos humanos.

Todavía tienen mucho que hacer, tanto en profundidad como en anchura, y esperan obtener más información. En cualquier caso, es significativo el hallazgo de restos neandertales en un lugar de estas características, lo que indica un conocimiento profundo del medio. De hecho, la cueva de San Adrián no es un refugio templado, sino que está a mil metros de altura y es un paso. “Los neandertales lo sabrían, subirían para ir al otro lado. Es decir, tenían un conocimiento estratégico del entorno, sabían las posibilidades del lugar”, ha señalado Tapia.

En este sentido, ha destacado que, en contra de lo que antes se creía, no eran tan diferentes de nosotros, con inteligencia y con capacidad” No sabemos por qué desaparecieron, pero no fue porque eran muy escasos en nuestra parte”. En opinión de Tapia, esto coloca a nuestra especie frente al espejo, ya que si ellos se perdieron, quizás nosotros también estemos en peligro.

 

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