Uno de los objetivos más importantes de la nanotecnología es el uso de herramientas capaces de transportar a escala nanométrica. Investigadores del Centro Nacional de Microelectrónica de Barcelona han conseguido, por primera vez, que un nanotubo de 300 nanómetros de longitud propulsara un nanotubo más pequeño.
Para ello se utilizaron nanotubos de carbono. Se trata de un útil de dos tubos encajados uno dentro del otro y el más externo consiguió deslizarse sobre el interior. En cada uno de los extremos del nanotubo que cumplía la función de carril se colocó una plataforma metálica que hizo pasar la electricidad. Se comprobó que el tubo con función de transportador se desplazó hacia la plataforma más cercana.
Se analizaron las causas que provocan el movimiento y se concluyó que el calor que la corriente aporta al aparato es el causante. La corriente calienta el tubo, que es disipado por las plataformas de los extremos. Así, el centro del tubo está más caliente que los extremos, formando un gradiente de calor. Este gradiente produce sacudidas en el tubo que hacen que el tubo transportador se desplace hacia el extremo más cercano. Si introdujéramos una época en una cuerda que está unida por un extremo, obtendríamos el mismo efecto, agitando la cuerda: la edad que tiene en su interior se dirigiría hacia el otro extremo.