Hasta ahora se ha considerado que la intensidad de los monzones veraniegos en el Océano Índico está relacionada con las glaciaciones. Sin embargo, un grupo anglonorteamericano ha demostrado que han pasado 350.000 años desde que se rompió esta relación.
En el monzón de verano predominan dos usos. Por un lado, el calentamiento del continente asiático crea una zona de baja presión sobre el Océano Índico en tierra y una zona de alta presión en el océano. Esta situación provoca el inicio de la circulación de monzones. Por otro lado, el calor liberado por la evaporación que se produce en el océano subtropical indio calienta la atmósfera. En consecuencia, las lluvias en Asia aumentan la intensidad del monzón.
Los monzones cogen material de los desiertos de la zona, lo llevan al mar de Arabia Occidental y lo dejan allí, provocando la subida de las aguas frías con ricos ingredientes. Por tanto, en el citado mar existe una gran productividad biológica.
Las muestras de sedimentos extraídas en este mar mediante perforaciones son elementos valiosos para el estudio de la intensidad de los monzones de antaño.
Hasta ahora, la presencia cíclica de la capa de hielo en la meseta del Tíbet hacía pensar que parte de la radiación solar se reflejaba y, por tanto, disminuía la intensidad del monzón. Pero, según el estudio de Clemens y sus compañeros del equipo de investigación mencionado, en los últimos 350.000 años han sido tiempos de monzones violentos.