Los jerbos de Mongolia son pequeños y elegantes roedores. Las hembras practican más de una cría cada vez, pero dependiendo de la ubicación de los fetos en el interior del útero, la morfología de la cría y su comportamiento en las mayores es diferente. De hecho, las fetas hembras situadas entre dos fetas se comportan como el macho debido a la testosterona que atraviesa la membrana fetal. El fenotipo de estas hembras tampoco es el mismo que el de las hembras sin efecto de la testosterona.
Sin embargo, la curiosidad no termina por eso: las hembras que reciben testosterona parten con más machos en sus crías. Además, las hembras que nacen entre estos machos también son “contaminadas” con testosterona y el fenómeno materno se repite constantemente. Por lo tanto, las hembras de jerbo heredan el fenotipo (signos del genotipo en un determinado medio) de su madre, independientemente de que éstas tengan o no efecto machista.
En los jerboys de Mongolia, ¿no es eso transmitir las características obtenidas? Esa ha sido la tesis que durante mucho tiempo ha molestado a los evolucionistas ortodoxos. Según los evolucionistas ortodoxos, cualquier característica del fenotipo era necesariamente consecuencia de la modificación de los genotipos. En el caso de los jerbos, sin embargo, no hay cambios en el genotipo, pero sí la transmisión de los fenotipos. El fenotipo se transmite por herencia.