La presencia de cubitos de hielo, ceniceros, agujas y otras cosas en los que se quiere olvidar el alcohol, el tabaco o el consumo de drogas tiene una especial incidencia. Su visualización puede llevar a una nueva caída de la dependencia. ¿Por qué ocurre eso?
Pues en opinión de los científicos, se debe a que las sustancias adictivas hacen más sensible el cerebro. Según algunos estudios, el hecho de que el cubitado de hielo utilizado para las bebidas caiga al vaso puede ser suficiente para provocar sed de alcohol en el exalcohólico.
Un equipo de psicólogos de la Universidad de Michigan ha descubierto que el consumo de sustancias adictivas aumenta la sensibilidad de algunos sistemas nerviosos del cerebro. Así, después de un periodo largo de tiempo sin consumir, el cerebro está muy sensible y cualquier estímulo que le recuerda al alcohol, al tabaco o a la droga de que se trate puede estimular una pulsión irracional imparable.
Los científicos se han basado en ensayos con ratas, y ahora tienen que ver cómo funciona este mecanismo en los seres humanos.