En la actualidad, investigadores alemanes han conseguido identificar qué proteínas toman parte en la transmisión, información con la que pueden alterar genéticamente los mosquitos y ralentizar la difusión de la enfermedad.
El microorganismo es el protozoo Plasmodium falciparum. Si el mosquito lo absorbe junto con la sangre humana, el protozoo crece dentro del cuerpo del mosquito. Crecer en el interior no significa necesariamente contagiar a otro ser humano. No todos los mosquitos trasmiten la enfermedad; a veces el sistema inmunológico del insecto mata al protozoo, otras veces no.
De hecho, los investigadores han descubierto que los tres genes del mosquito son responsables de ello, uno ayuda a matar el protozoo y los otros dos lo protegen. Y, sabiendo esto, tendrán que ver si es posible desarrollar tratamientos para su aplicación en mosquito, de manera que puedan dificultar la enfermedad.