El suelo que se encuentra a nuestros pies dos veces al día asciende y baja unos treinta centímetros, debido a las oscilaciones que la Luna produce al atraer la zona elástica de nuestro planeta. La superficie total de la Tierra soporta estas subidas, pero nosotros no las sentimos.
Richard Ray y sus colaboradores de la NASA analizan estas mareas terrestres midiendo perturbaciones muy débiles que afectan a los satélites geodésicos. Se calcula que las oscilaciones de la Tierra se producen unos 40 segundos después de la fuerza que ejerce. Este retraso se debe a la viscosidad de nuestra Tierra.
Sin embargo, en la oscilación se consume una enorme cantidad de energía: 83.000 megavatios. Es una cantidad enorme, pero, sin embargo, en las mareas de los Océanos se pierde 30 veces más energía.