La liberación del metano, recogido tanto en el permafrado como bajo las capas de hielo, no tendrá tanta influencia como se cree ahora en el cambio climático, tal y como se propone en un estudio publicado en la revista Science. Entre los expertos, existe una preocupación ancestral sobre el impacto que puede tener la liberación de este viejo metano en el cambio climático. En cuanto al efecto invernadero, y visto durante 100 años, el metano es 28 veces más fuerte que el dióxido de carbono. Según las previsiones, a medida que las temperaturas aumenten, este metano enterrado se liberará más fácilmente, lo que reforzará el calentamiento global iniciando una realimentación. Ahora, un grupo de científicos ha estudiado hace unos 18.000-8.000 años, al final de la última glaciación y principios del Holoceno, el metano recogido en las burbujas de aire de los hielos de la Antártida. Se ha llegado a la conclusión de que la mayor parte del metano presente en la atmósfera de la época era vertido en esa misma época mediante la descomposición de la materia y la combustión del material orgánico. El viejo metano acumulado hace tiempo era mucho más escaso en la atmósfera de entonces. Según estos científicos, esta situación puede equipararse a la actual.