El 21 de enero de 1968, un avión americano B-52, que transportaba cuatro bombas atómicas, saltó alrededor de la base Thule de Groenlandia. Las bombas no explotaron, pero liberaron el plutonio y el tritio que tenían y 19 años después empiezan a detectar las consecuencias mortales de este vertido. Su enfermedad se parece mucho al SIDA y evoluciona hacia una especie de leucemia.