Las conclusiones extraídas de los estudios realizados en la capital de Kuwait indican que el aire de la ciudad no es mucho más contaminado que el de París. Pero lo más preocupante de este aire son los componentes, que pueden ser cancerígenos.
El aire de la capital es negro y está lleno de gedares. Aunque a veces se pueden ver rayos de sol cuando el viento mueve las nubes, se puede decir que hay una noche continua. Recordemos que la causa son los 180 pozos de petróleo del norte en llamas y los 350 del sur.
Los datos medidos han sido sorprendentes. No se han encontrado óxidos de carbono y se han encontrado muy pocos óxidos de nitrógeno y ozono. La cantidad máxima de dióxido de azufre ha sido de 3.000 m/m 3. Hay que tener en cuenta que el límite establecido por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en las condiciones de trabajo es de 5.000 m/m 3 en 8 horas diarias y 5 días a la semana.
Según los investigadores, la razón de no encontrar contaminantes clásicos radica en la temperatura de combustión del petróleo, que no supera los 700°C-800°C. Además, la variabilidad de los fuegos de petróleo ha impedido la toma de la composición del humo estándar. Mientras algunos pozos tienen un fuego bajo, algunos besos tienen una altura de 100 m.
El problema real radica en la influencia de las partículas y los polvos, cuya cantidad es de 2.000 m/m 3. A modo de ejemplo, la cantidad que se mide en París es de 40 m/m 3. Las partículas de gedar más gruesas no causan grandes daños, ya que son retenidas por los pelos de la nariz. Por tanto, no llegan hasta los pulmones y producen como máximo irritación faríngea o tos. Sin embargo, hay partículas de tamaño inferior a la media micra que pueden llegar a los pulmones. Además, algunas partículas actúan como catalizadores de los contaminantes generando SO 4 y SO 4 H 2. Estos pueden mezclarse con hidrocarburos no quemados, es decir, compuestos cancerígenos.
Aunque hemos hablado del problema que hay en Kuwait, también tenemos que aportar datos sobre las lluvias negras que hay en Irán, porque el origen de estos dos problemas es el mismo.
El pasado mes de abril se analizaron en Ginebra las muestras de agua y suelo recogidas en la provincia de Khouzistán en Irán. El agua era de lluvia negra y estaba llena de gedares. Tenía plomo, sulfatos y mucha materia orgánica. Por lo tanto, el agua no era adecuada para el consumo humano.
El análisis de la Tierra dio resultados similares. La proporción de gedar era del 10%. Este gedar contenía plomo, cadmio e hidrocarburos aromáticos.
Según la OMS no se esperan problemas de salud inmediatos, pero si en el futuro aumenta la acumulación de metales pesados se producirán serios problemas.