La operación de vertido de aguas de Fukushima al océano preocupa

Galarraga Aiestaran, Ana

Elhuyar Zientzia

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Central nuclear Daichii desde el aire. Ed. Banco de imágenes de TEPCO/IAEA/CC BY-SA 2.0

El gobierno japonés ha anunciado que las aguas radiactivas de Fukushima comenzarán a fluir al océano a partir de mañana. De hecho, en la propia catástrofe de la central de Daichii, y en la posterior estabilización y enfriamiento, se contaminó mucho el agua, que hasta ahora ha estado almacenada en tanques. Ahora deciden verter al océano tras ser tratados para eliminar los isótopos radiactivos y de forma controlada.

Sin embargo, no todos los expertos están de acuerdo con la decisión. El oceanógrafo Maxi Castrillejo Iridoy, por ejemplo, lleva años estudiando la radioactividad de las aguas marinas cercanas a Fukushima, y aunque ahora está investigando aguas de otros lugares, conoce bien la situación. Y dice que “es un precedente peligroso”.

Acepta que su situación en Fukushima es muy “complicada” y que no tiene solución fácil ni económica. A pesar de ello, considera que el TEPCO (empresa que gestionaba la central Daichii) y el gobierno japonés, con la aprobación de la IAEA (Organización Internacional de la Energía Atómica), quieren transmitir que la única posibilidad posible es verter al mar. Sin embargo, para Castrillejo, esto es muy peligroso porque “la industria nuclear ha visto, cuando las cosas son muy complicadas, utilizar el mar como un cubo de basura con el reconocimiento internacional”.

Por otra parte, no confía mucho en TEPCO, ya que los análisis realizados hasta el momento no han sido suficientes en calidad ni en cantidad. “De ahí la falta de confianza en la sociedad, incluso la mía”. Y añade: “Hay que utilizar los datos para convencer a científicos y a la sociedad”.

Como ha comentado Castrillejo, la EIA ha dado el visto bueno a la operación y ha confirmado que la práctica totalidad de la radioactividad que se va a verter proviene del tritio (un isótopo del hidrógeno) y que su periodo de semidesintegración es corto (12,32 años) y que sólo emite electrones. Ha determinado que los electrones no son capaces de atravesar la piel humana; eso sí, los podemos introducir por vía oral o inhalada. Pero ha subrayado que la cantidad de titán que se va a derramar es insignificante respecto a la que tiene el mar.

Previamente a su vertido al mar, se ha prescrito la extracción del resto de isótopos radiactivos mediante el sistema ALPS. El Sistema Avanzado de Procesamiento de Líquidos o ALPS es un circuito de bombeo y filtro capaz de extraer 62 radionucleidos. IAEA explica que el titro es el único que no puede extraerlo, ya que el sistema no puede distinguirlo de lo que el agua tiene por sí mismo, ya que está a muy baja concentración. Por lo tanto, la AEMA ha confirmado que la operación es segura y ha recordado que será ella la encargada de realizar el seguimiento, junto con el gobierno japonés.

Sin embargo, Castrillejo ha cuestionado que en las aguas tratadas no existan otros elementos radiactivos como la cesión, el cobalto y el estroncio. Y reitera que a una empresa que carece de firmeza y credibilidad de los análisis, hay que pedir más datos antes de autorizar los vertidos a la naturaleza.

 

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