En un estudio liderado por la Universidad Exeter se ha analizado el espectro de las luces nocturnas y se ha informado de que la luz azul se está extendiendo de forma importante, advirtiendo de las consecuencias negativas que ello conlleva tanto para el ser humano como para otros seres vivos. La investigación ha sido publicada en la revista Science.
Los investigadores han utilizado imágenes de las cámaras de la Estación Espacial Internacional y del satélite Suomi NPP para obtener una foto completa de la contaminación lumínica. En ellas se analiza la evolución de la composición del espectro entre 2012-2013 y 2014-2020 y se observa que las luces de sodio de alta presión (color naranja) han ido disminuyendo, mientras que las luminarias con LEDs blancos y emisión azul han aumentado.
La evolución es desigual en todos los países, por ejemplo, entre los que más LEDs aportan se encuentran Italia y España, y en el otro extremo se encuentran Austria y Alemania.
Se ha explicado que las luces LED tienen un impacto ambiental mucho más negativo que las de los sódicos, especialmente la luz azul. Y eso es lo que más se está extendiendo en España. En concreto, se ha centrado en el trastorno del ciclo de la melatonina (relacionado con el sueño), la espectacularidad de las estrellas y el comportamiento de insectos y murciélagos.
En la sustitución de la iluminación, los investigadores piden que se tengan en cuenta estas conclusiones y sugieren que hay otras formas de obtener las ventajas energéticas y económicas que proporcionan las luces LED, al mismo tiempo que se reduce el daño a los ecosistemas. Además, señalan la necesidad de seguir recogiendo datos.