En la década de los 80, los botánicos demostraron que la flor es capaz de eliminar su polen y de sus parientes cercanos. De hecho, destruye por enzimas el polen que no le convenía. Ahora, investigadores de la Universidad de Missouri han aclarado cómo distingue mejor al polen de los demás. Al parecer, la enzima se guarda en un compartimento del polen. Sin embargo, con el tiempo el compartimento se deshace y la enzima queda libre. Parece ser que cuando el polen no es conveniente, el compartimento se deshace más fácilmente gracias a una proteína.