La fusión de átomos es la energía nuclear que da vida a las estrellas. Los científicos llevan 50 años intentando conseguirlo en el laboratorio, ya que tiene ventajas que la energía nuclear convencional, la fisión nuclear, no tiene. Sin embargo, todavía tiene grandes dificultades técnicas.
Para que se produzca la fusión nuclear, suelen colocarse primero en el campo magnético y separar los electrones y el núcleo de los átomos. Esto genera un fluido cargado eléctricamente —plasma—. Sin embargo, para que los núcleos confluyan es necesario superar la repulsión de las cargas, lo que requiere una temperatura o presión extremadamente alta. En el Sol, por ejemplo, ocurre a 15 millones de grados y 100.000 atmósferas, pero en los reactores que han desarrollado los investigadores no es posible alcanzar una presión tan alta que les obliga a aumentar su temperatura.
A pesar de que los científicos han conseguido nunca utilizar grandes reactores experimentales de fusión, la Autoridad de Energía Atómica del Reino Unido ha anunciado que el uso de reactores de menor tamaño puede resultar más fácil, más barato y más rápido, ya que técnicamente es más fácil mantener campos magnéticos pequeños. De este modo, se está desarrollando el que podría ser el primer reactor de fusión comercial llamado Banda.
Hoy en día tiene grandes limitaciones, pero al cabo de unas décadas puede que los reactores de fusión puedan salir a la venta sin contaminación urbana, ya que los elementos que se utilizan no son contaminantes, y producir energía barata. En todo caso, produciría contaminación térmica, pero sería una fuente inagotable de energía.