El problema permanente de los residuos nucleares

Galarraga Aiestaran, Ana

Elhuyar Zientzia

Publicado en Berria el 12 de marzo de 2021

hondakin-nuklearren-arazo-iraunkorra
Ed. Flickr

¿Qué hacer con los residuos nucleares? La pregunta no es nueva, pero el 10º aniversario del desastre de Fukushima ha vuelto a traer a la actualidad. ¿Qué hacer con los reactores dañados? ¿Y con tierra y agua contaminada con isótopos radiactivos? Y en Txernobyl, ¿cómo están los residuos radiactivos? ¿Y en las centrales radiactivas derribadas? ¿Y en los que todavía están en marcha? ¿Y en centros de investigación, hospitales o instalaciones militares que utilizan radiactividad o energía nuclear?

76 años después del lanzamiento de las primeras bombas nucleares; 68 años después de la botadura de un submarino, que sustituyó a los motores diesel por un reactor nuclear, y 60 años después de la caída de un espaciero. Entre ellos, se pusieron en marcha las primeras centrales nucleares para la generación de electricidad y la radioactividad también se utiliza en medicina, agricultura e investigación.

Sin embargo, a pesar de que el uso de la energía nuclear es antiguo y variado, los más favorables a este tipo de energía tampoco han conseguido soluciones para residuos radiactivos a largo plazo. Francia es el país del mundo que más residuos nucleares genera por habitante (alrededor de 2 kg de combustible radiactivo por persona al año). Tiene 59 reactores en marcha y otro en construcción. Y, sin embargo, sigue sin tener una respuesta adecuada para los residuos nucleares y el combustible. Sus almacenes actuales están diseñados para unas pocas décadas, mientras que los residuos radiactivos seguirán siendo peligrosos durante más de 100.000 años.

En otros lugares, la situación es similar. En las décadas de 1970 a 1980 se propuso hundir los residuos nucleares en el fondo marino o enviarlos al espacio, pero ambos fueron descartados por su peligrosidad. En su lugar, en 1990 se apostó por el soterramiento a gran profundidad y en estructuras geológicas estables, algo que de momento se ha abordado en más de un país.

Por ejemplo, en EEUU y Finlandia ya están probando un almacén nuclear subterráneo. La de EEUU, ubicada en Nuevo México, se llama Planta piloto de aislamiento de residuos (WIPP): Se encuentra en unas minas de sal estables durante 200 millones de años a 650 metros de profundidad. La recogida de residuos comenzó en 1999, pero por el momento sólo los generados en investigación y armería, no en centrales nucleares.

Los ecologistas han tenido desde el principio dudas sobre la seguridad y un accidente ocurrido en 2014 agravó sus críticas. En cualquier caso, continúan en EE.UU. con la intención de construir un depósito subterráneo estable para el combustible de las centrales nucleares demolidas.

El finlandés, denominado Onkalo, es una instalación realizada a 420 metros de profundidad mediante perforación de roca granítica. Situada en la costa oeste de Finlandia, cerca de la central de Olkiluoto, los depósitos se han iniciado este mes y el tramo de túnel que se adentra en ella (se ha construido el túnel central). Las primeras pruebas han sido anunciadas para el año 2023, y todo a buen ritmo, en el año 2025 comenzarían a almacenarse los residuos radiactivos.

Pero, a pesar de conseguir el depósito más estable y seguro del mundo, las preguntas y dudas no se acaban. ¿Cómo garantizar que las siguientes generaciones sepan que en el subsuelo hay un material peligroso y que puede seguir siendo peligroso, de otras generaciones? La pregunta está en el aire, pero el problema está entre manos.

Babesleak
Eusko Jaurlaritzako Industria, Merkataritza eta Turismo Saila