El estigma del sida

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El biosensor desarrollado detecta el VIH una semana después de la infección. Ed. Ir a Costa/CSIC
Desde el mismo momento en que se conoció el SIDA ha sido tabú y estigma. La enfermedad afectaba especialmente a los grupos marginados por la sociedad (gays, heroinómanos), provocaba la muerte, se contagiaba a través de los vertidos corporales, no había remedio… Estos eran los mensajes que se difundieron en aquel primer momento y, aunque han transcurrido 35 años desde entonces, y a pesar de que en ese tiempo se ha avanzado enormemente, el estigma no ha desaparecido del todo.
 
Por supuesto, la situación varía mucho de un lugar a otro, pero en los países industrializados, el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) en la sangre ya no es sinónimo de enfermedad del sida. Es más, las personas que reciben tratamiento tienen un nivel de virus indetectable en la sangre y no contaminan el virus.
 
La clave es el diagnóstico precoz. Sin embargo, el tabaco y el miedo hacen que algunas personas que han sufrido prácticas de riesgo no vayan inmediatamente a realizar una prueba de diagnóstico, lo que conlleva, por un lado, un retraso en el tratamiento y un empeoramiento del pronóstico y, por otro, un riesgo de contagio para otras personas. Por eso es tan importante destacar el éxito de los antirretrovirales para que el estigma se disuelva de una vez por todas.
 
En este sentido, cabe destacar una investigación reciente. Denominado Partner2, han participado 14 países europeos. Durante dos años, 782 parejas gays han sido seguidas. En todas las parejas uno de los miembros no tenía virus y el otro tomaba antirretrovirales. Todos ellos han mantenido relaciones sexuales sin protección (determinan también el número de accesos a la investigación: 76.000) y, dentro de las parejas, no ha habido ninguna infección (15 nuevas infecciones fueron diagnosticadas pero todas ellas contaminadas por una persona ajena a la pareja).
 
Este estudio confirma los resultados del estudio Partner1 en 2016. En el Partner1 se analizaron las consecuencias de 58.000 intrucciones sin preservativo y tampoco se detectaron infecciones, pero las relaciones entre hombres no eran estadísticamente significativas. Así, aunque demostraron que la penetración vaginal era segura, concluyeron que había que realizar una investigación específica con los hombres. Y ahora han dado sus frutos.
 
Los datos han puesto de manifiesto que ya es hora de acabar con el estigma y en ello es responsabilidad de toda la sociedad. Mientras tanto, no hay que olvidar que en muchos otros lugares del mundo la situación es mucho peor. De hecho, esta misma semana se han publicado en la revista Nature datos de 47 países subsaharianos. En las personas adultas de 15 a 49 años se ha medido la evolución de la prevalencia de SIDA en los años 2000-2017, observándose un aumento en 15 países. Parece difícil alcanzar el objetivo de la Organización de las Naciones Unidas: Fin de la epidemia de sida para 2030.
 

Publicado en Berria

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