Los aviones producen nubes blancas y largas. Las nubes generadas por la combustión de los motores y su interacción con la atmósfera están formadas por cristalinas de agua. Estos contribuyen también al efecto invernadero y aumentan en 1992 0,02 vatios/m2 (el 1% del causado por el hombre). En zonas de Estados Unidos y Europa donde el tráfico aéreo es más intenso, su aportación alcanzó los 0,7 vatios/m2, 35 veces superior a la media mundial. Esto provoca un aumento de temperatura entre 0,01 y 0,1 ºC.
Pues bien, consideran que para el año 2050 este fenómeno se convertirá en una importante variable climática, ya que aumentará considerablemente el tráfico aéreo.