Todavía sabemos poco sobre lo ocurrido en la Guerra del Golfo y, por supuesto, no hablamos de enfrentamientos políticos. Entre los soldados de los EE.UU., la enfermedad conocida como síndrome del Golfo ha sido frecuentemente citada al respecto, a pesar del rechazo reiterado por parte de las instituciones sanitarias del término enfermedad.
Hace dos meses se reunió en Washington la Federación de Asociaciones de Biología Experimental de los EE.UU., donde se ofreció la información más clara que se ha ofrecido hasta el momento sobre el origen del síndrome: por un lado se reconoce la existencia de un cuadro patológico con todos los síntomas y, por otro, su origen se refiere a la mezcla de la medicación que se administraba a los soldados y el insecticida contra los insectos.
Los síntomas más frecuentes del síndrome son la pérdida de memoria, dolores de cabeza, alteraciones del sueño, ataxia, sensación de fatiga sin razas cutáneas o problemas respiratorios. Según los expertos, la clave del síndrome está en las píldoras que se tomaban para combatir el gas nervioso que supuestamente usarían los rivales.
Estas pastillas se fabrican mezclando diferentes sustancias químicas y los soldados las tomaron masivamente por miedo al gas que usaban los iraquíes. El organismo no puede asimilar todas estas sustancias y muchas de ellas se acumularon. El síndrome del Golfo se debe al inicio de la reacción con sustancias químicas procedentes de insecticidas.