GIP: Hormona contra la gravedad

Los astronautas, debido a su falta de gravedad, sufren una serie de consecuencias a largo plazo. Entre otras cosas, la densidad de los huesos de su cuerpo disminuye y al volver a la Tierra corren el riesgo de fractura. De hecho, cuando la fuerza gravitatoria es pequeña, el hueso desaparece de alguna manera más rápido de lo que se produce.

Lo mismo ocurre con la edad, ya que se pierde la capacidad de fluir de la hormona que se encarga de formar los huesos. Con el objetivo de solucionar este problema, investigadores de la Escuela Médica de Georgia de EE.UU. han utilizado ratas transgénicas para analizar el comportamiento de la hormona que segrega el GIP (péptido insulinotrópico dependiente de la glucosa). Según los investigadores, esta hormona, junto con la insulina, se encarga de reforzar los huesos.

Cuando comemos algo, el GIP y la insulina fluyen cuatro veces más rápido de lo normal. Sin embargo, el comportamiento de ambas hormonas es diferente. Las hormonas GIP, tras fluir cuatro veces más rápido, no descienden rápidamente a la concentración inicial. Esta hormona dura más tiempo y parece que excita los osteoblastos (sustancia básica de los huesos, la osteina, la joven célula que lo forma) y desactiva los osteoclastos (la gran célula que destruye la sustancia persistente de los huesos).

Ahora, enviarán al espacio la rata transgénica generada en el laboratorio y contrastarán su comportamiento con la rata más común. Si se obtienen mejores resultados con los transgénicos, los científicos creen que es posible inyectar hormonas sintéticas GIP a los astronautas, o simplemente se les puede dar alimentos que estimulen la producción de esta hormona (carbohidratos, proteínas y grasas).

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