Manda el cerebro. Para levantar una pierna, señalarla con los dedos o recoger los ojos, da igual, la orden proviene del cerebro. Pero el simple imperativo no es suficiente; el cerebro tiene que saber que se ha cumplido la orden y que se ha realizado el movimiento necesario. En definitiva, el cerebro debe conocer la posición de cada parte del cuerpo. Científicos de Sydney, en Australia, entienden cómo lo hace.
El cerebro no confirma dónde está la parte del cuerpo que acaba de mover. No confirma si ha habido movimiento, el cerebro reconoce que esa parte del cuerpo se ha movido. Casi nunca hay problemas, porque las órdenes del cerebro se cumplen. Pero, aunque no se mueva, el cerebro da la orden de que se produzca una sensación de cambio de posición.
Los científicos de Sydney han descubierto que el cerebro manda la orden: se les impedía los movimientos de los pacientes a través de la anestesia y se les pedía que movieran la mano, los pacientes no movían la mano y, sin embargo, tenían la sensación de haber sido movidos. Está claro que el cerebro manda.