Destacan las razones que dificultan la descarbonización del transporte

Galarraga Aiestaran, Ana

Elhuyar Zientzia

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Uno de los temas tratados en la cumbre del clima COP26 ha sido el transporte, que es el origen del 21% de las emisiones. Así, se han propuesto diferentes soluciones para reducir las emisiones asociadas al transporte. El investigador del departamento de Transporte, Energía y Medio Ambiente de la Universidad de Oxford, Christian Brand, ha destacado en un artículo las dificultades los objetivos.

En primer lugar, advierte de que la demanda está directamente relacionada con los crecimientos de la población y la economía. Según los modelos que incluyen las medidas actuales, para 2050 la actividad de transporte se duplicaría respecto a 2015. Y el crecimiento eliminaría el beneficio de todos los avances tecnológicos en la descarbonización del transporte. Además, cuando se han propuesto medidas eficaces, la gente se ha opuesto a ellas, por ejemplo, la adaptación de los medios de transporte o la imposición de mayores impuestos a los combustibles fósiles.

Otra razón evidente es que el 95% del combustible utilizado en el transporte procede del petróleo. La sustitución del petróleo por combustibles bajos en carbono, como la electricidad, reduciría considerablemente las emisiones. Pero también las previsiones más optimistas apuntan a que, aunque para finales de esta década el 60% de las nuevas ventas de coches en el mundo fueran de coches eléctricos, las emisiones de dióxido de carbono de los coches sólo disminuirían un 14% respecto a las de 2018.

En este sentido, el investigador de Oxford cree que estamos obsesionados con los coches eléctricos. De hecho, en la mayoría de los mensajes sólo se habla de beneficios. Sin embargo, las emisiones del ciclo de vida de los vehículos eléctricos dependen del tipo de electricidad, batería y material empleado.

Además, los coches eléctricos no resuelven problemas como la congestión, seguridad y otros como el aumento de la brecha social. Esto es evidente en los países empobrecidos, donde sólo los poderosos y los ricos pueden tener coches eléctricos.

Al margen de los coches, la electrificación de los aviones sigue lejos. Según Branden, por el momento sería más eficaz reducir el número de vuelos que el cambio de combustible, centrar el foco en aquellos que tienen costumbre de coger aviones: En 2018, el 1% de la población generó el 50% de las emisiones. El 80% de la población mundial nunca ha viajado en avión. Por tanto, el cambio de hábitos de una pequeña parte de la población puede tener una gran influencia.

El cambio en el transporte marítimo es también muy complicado, ya que la intervención en el mercado global es muy compleja. Sin embargo, es posible que las emisiones se reduzcan en cierta medida mediante el uso de combustibles más verdes y la reducción de la velocidad: Un 20% más lento reduce las emisiones de carbono en un 24%.

Brand también se fija en el aspecto cultural. En su opinión, muchas personas no aceptan abandonar el coche o el avión porque asocian el vehículo o el vuelo con el estatus y la libertad individual.

Además, Brand ha destacado que las infraestructuras que hemos construido para mantener nuestro estilo de vida están basadas en los hábitos de transporte hasta ahora. Por lo tanto, deberíamos cambiar la vida misma para cambiar el transporte. Por eso es tan difícil descarbonizar el transporte.

 
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