La organización u ordenación de átomos y moléculas de una determinada manera es fundamental para la vida. Y esto va en contra de la segunda ley de la termodinámica, ya que la entropía disminuye. Sin embargo, los seres vivos lo compensan aumentando la entropía del medio liberando calor. Lo mismo ocurre en la reproducción de bacterias. La formación de dos bacterias es también un ejercicio de ordenación. Un equipo de investigadores del Instituto de Tecnología de Massachussetts ha calculado la cantidad mínima de calor que debería liberarse para ordenar los componentes de una nueva bacteria, tomando como modelo E. coli. Y concluyen que esta cantidad de calor es un tercio de la que liberan las bacterias E. coli al replicarse.
Así, para alcanzar la máxima eficacia teórica, las bacterias deberían ser el doble de efectivas. Según los investigadores, esto no es probable en la naturaleza porque las bacterias deben adaptarse a condiciones diferentes y, por tanto, no pueden optimizarlo sólo para unas condiciones concretas. Sin embargo, en el campo de la biotecnología, puede haber una oportunidad para aumentar su eficacia mediante la transformación de bacterias, creando bacterias que se multiplican dos veces más rápido.