El descenso repentino de la presión atmosférica causa problemas en el Everest. Ahora, un meteorólogo canadiense descubre que fuertes rachas de viento provocan una bajada brusca de presión.
En mayo de 1996 murieron ocho personas debido a las tormentas del Everest. La historia de estas tormentas perversas fue recogida en un libro, Into Thin Air. Los montañeros estuvieron esperando el buen tiempo antes de ascender a la cima, pero poco después, las rachas de viento bajaron rápidamente la presión y la concentración de oxígeno alcanzó niveles peligrosos. Estas condiciones reducen hasta un 6% la cantidad de oxígeno y un 14% la capacidad respiratoria de los montañeros. Las faltas de oxígeno fueron confundidas y desorientadas por el montañero. Probablemente por ello se produjeron accidentes mortales.
Para el estudio de la influencia del viento, los meteorólogos instalaron una serie de medidores en el collado sur del Everest en 1998. Se trata de la estación meteorológica más alta del mundo, a unos 8.000 metros. A través de esta estación se confirmó la conexión entre las rachas de viento y el descenso de la presión instantánea.
Los montañeros siempre han tenido en cuenta la velocidad del viento para decidir si deben comenzar a subir o no, pero los meteorólogos consideran que a partir de ahora también tendrán que tener en cuenta las fuertes rachas de viento que afectan a la presión. No olvidemos que es fácil predecir estas rachas de viento.