Un grupo de investigadores de la UPV/EHU ha analizado diversos yacimientos de Álava y Bizkaia para estudiar la cerámica vasca. La cerámica es una herramienta taxonómica (indicador cronológico) y una herramienta hermenéutica (documento histórico). Pero si se quiere convertir la cerámica en un elemento de conocimiento de la historia, lo primero que hay que hacer es convertirla en un indicador cronológico concreto. Es decir, su datación exacta. Sólo una vez conseguida, y en combinación con otros materiales traza, se podrá obtener información de las sociedades antiguas.
De hecho, los investigadores han elaborado un modelo de sistematización para clasificar la cerámica. Estos yacimientos son el VIII. y XIII. tienen estratigrafías de siglos y son muy importantes desde el punto de vista de los estudios cerámicos. De este modo, se ha desarrollado un sistema de clasificación y caracterización de las cerámicas encontradas en estos contextos mediante un estudio a tres niveles. Estos niveles incluyen criterios tecnológicos, funcionales y morfológicos.
Una vez concluida la sistematización del corpus cerámico y cuantificada la cerámica, todo el material ha sido clasificado desde el punto de vista diacrónico, es decir, su evolución a lo largo del tiempo. Así, además de la posibilidad de visualizar las secuencias cronológicas de las producciones cerámicas, se ha podido observar su presencia a lo largo de los siglos y su utilización. En definitiva, la clave está en identificar los grupos de referencia, o lo que es lo mismo, las producciones cerámicas que se realizaron en una determinada época y ubicación geográfica.
Por último, se ha investigado cómo se organizaba y se difundía la producción. Los modelos de producción están estrechamente relacionados con los modelos de expansión --en nuestro caso con escala local, regional e intercomarcal. Para su determinación han sido necesarios estudios arqueométricos de laboratorio (petrografías, mineralogía con difracción de rayos X y estudios químicos). Además, se han realizado estudios de localización de los centros de producción a partir de los citados estudios arqueométricos, de las evidencias arqueológicas encontradas en algunos yacimientos y de las fuentes escritas.
En cualquier caso, el conocimiento de la ubicación de los centros de producción debe entenderse como un punto de partida para la obtención de conocimiento histórico a través de la cerámica. Con esta información se puede obtener información de los grupos humanos que fabricaban y utilizaban la cerámica, completando así la historia humana de la misma.