La agricultura nació en Oriente Próximo hace unos 10.000 años y de ahí se extendió a toda Europa. Un trabajo publicado por Natura revela que durante este proceso de neolitización en Europa los cazadores europeos se mezclaron una y otra vez con aquellos campesinos venidos de Oriente Próximo. Las investigaciones realizadas hasta el momento revelaban que los hombres neolíticos europeos eran descendientes directos de estos campesinos procedentes de Anatolia y que apenas se mezclaban con los cazadores-recolectores que se encontraron aquí. Sin embargo, la última investigación ha demostrado que durante 3.000 años se cruzaron.
La investigación ha sido liderada por Harvard Medical School de Boston. a.C. 6.000 y a.C. Se han analizado 180 individuos de entre 2.200 años procedentes de Hungría, Alemania, España y Euskal Herria. Ha solicitado la colaboración de investigadores internacionales como Javier Fernández Eraso y J. de la Universidad del País Vasco. Antonio Mujika Alustiza, de arqueólogos que han investigado, entre otros, el yacimiento arqueológico del dolmen de Huesera en Laguardia (Álava).
Con el fin de analizar cómo se modificaron los flujos genéticos en la población europea, el estudio ha aunado el ADN antiguo con la modelización matemática. Gracias a los modelos matemáticos se han dado cuenta de que la llegada de los campesinos dejó diferentes marcas genéticas por zonas. Esto podría demostrar, por tanto, que estas modificaciones provienen de complejas redes de interacciones locales y no de fenómenos uniformes del conjunto de la población. Los autores han destacado el valor de esta visión, que podría servir para ilustrar cómo las poblaciones históricas fueron cambiando en el tiempo y en el espacio.