París está más al norte que Montreal, pero su clima es mucho más suave. Los que vivimos en el Oeste de Europa debemos mucho a la corriente del Golfo, ya que gracias al agua caliente que ésta trae del golfo de México, nuestro clima es más templado que el de Norteamérica. La corriente del Golfo realiza un recorrido de ida y vuelta desde el golfo de México hasta Noruega, con aporte de agua caliente y agua fría. La corriente contiene dos bombas principales, una en el mar de Labrador y otra en el mar de Groenlandia, que permiten mantener el movimiento de la corriente.
Hace unos años científicos sugirieron que la corriente del Golfo podía dejar de moverse debido al calentamiento del planeta, pero entonces no tenían ninguna prueba. Ahora, sin embargo, algunos investigadores creen haber descubierto estas pruebas.
El científico Bill Turrel ha estudiado más de 17.000 mediciones de salinidad realizadas entre las islas Shetland y Faroe desde 1893 y ha concluido que en las dos últimas décadas el nivel de salinidad de las aguas de aquellos mares y, por tanto, su densidad ha disminuido en 10 g de salinas por m3. El cambio es el mayor de los últimos 100 años (el nivel de salinidad que se utilizaba en la década de los 50 para calibrar los aparatos marinos era tan estable) y se ajusta a otras mediciones realizadas: Entre 1988 y 1997 el nivel de agua a -0,5 ºC ha subido 60 m; entre 1982 y 83 las aguas profundas se movían a 10 cm por segundo hacia el sur (empujando la corriente del Golfo) desde el mar de Groenlandia hacia el mar de Noruega, pero en los años 1983-93 las aguas profundas se contrario a 1 cm por segundo.
Si bien todos estos datos son pruebas de que se están produciendo cambios en las corrientes oceánicas, no puede concluirse que el calentamiento del planeta sea el responsable del cambio, incluso puede que el origen sea natural.