Una cámara de alta velocidad ha puesto de manifiesto que el despegue de la mosca no es sólo cuestión de reflejos. Lo han visto en el Instituto CALTECH, analizando la mosca Drosophila. Para escapar de un peligro, primero la mosca calcula de dónde procede el riesgo y después toma tiempo para organizar la postura corporal. Al mover las piernas, adapta el centro de masas del cuerpo para volar en dirección contraria al riesgo. Según los expertos, el cálculo previo de una mosca es sorprendente, ya que sólo tiene unas 10.000 neuronas. Precisamente, el siguiente reto de los biólogos es comprender cómo funciona esta red neuronal para lograr una fuga tan efectiva.