Según los científicos de la Universidad de A&M de Texas, las bacterias del intestino humano Escherichia coli pueden servir para detectar sustancias químicas presentes en el medio ambiente, para trasladar medicamentos a sitios concretos o como turbinas diminutas. Para detectar sustancias químicas y obtener comida, la bacteria E. coli tiene una especie de biosensor.
Sin embargo, según estudios realizados, la adición de una proteína a la bacteria puede alterar el comportamiento del sensor. Este sistema permite que los receptores de la bacteria E. coli sean capaces de conocer cualquier molécula química. Por otro lado, el transporte de la carga a un lugar determinado por parte de las bacterias supone superar un gran problema: cómo aplicar la carga.
Según los estudios realizados, una de las soluciones es el uso de bacteriófagos. Por último, las bacterias también pueden ser útiles en los nanoflujos. Debido al reducido tamaño de las tuberías, las bombas de impulsión de flujo son a menudo dañadas por la excesiva presión que generan. Para evitarlo, los investigadores han propuesto emplear en forma de turbina el motor eléctrico del flagelo del E. coli, que propulsaba el flagelo.