La extensión de la pelvis a las mujeres la época de mayor fecundidad para facilitar el parto

Una nueva investigación ha demostrado que la pelvis femenina se expande durante la época reproductiva y se vuelve a apretar a medida que las mujeres van envejeciendo, como demostrando el fin de la época reproductiva. “Como si fuera una ventana que se abre durante un tiempo, que luego se cierra”, señalan los investigadores.
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Diferentes perspectivas de la pelvis masculina y femenina. Diferencia entre pelvis de 15 años (azul transparente) y 25 años (sólido), y pelvis de 40 años (sólido) y 80 años (rosa transparente). Ed. Univers

La pregunta que muchos antropólogos han planteado ha sido por qué la evolución no ha preparado la pelvis femenina para tener partos más fáciles y sin dolor. Tenemos partos más largos que otros animales: tardamos de media 9 horas en parir y los grandes monos sólo 2 horas.

La respuesta a la pregunta ha sido que el apriete de la pelvis fue consecuencia de la bípedo de la especie humana; que la evolución tuvo que buscar un equilibrio, en parte porque el niño del cerebro grande necesitaba una amplia pelvis para dar a luz, pero también porque se aprieta la pelvis para andar en dos piernas.

Sin embargo, un nuevo estudio realizado en la Universidad de Zurich revela que el cambio de tamaño y forma de la pelvis no se debe a la evolución, sino a la ontogenia, el desarrollo individual de cada mujer. De hecho, han visto que hasta la pubertad el desarrollo de la pelvis de hombres y mujeres es similar, pero que una vez iniciada la pubertad se va extendiendo la pelvis femenina, a diferencia del hombre, para facilitar el parto. La pelvis femenina alcanza su mayor extensión a los 25 años y se mantiene así hasta los 40. A partir de ahí, la pelvis vuelve a apretar y las dimensiones del canal de nacimiento se reducen considerablemente, asimilándose más a la pelvis masculina. Estos cambios en el desarrollo de la pelvis son debidos a cambios hormonales en la pubertad y la menopausia.

La extensión y apriete de la pelvis tiende, por tanto, a garantizar las dos funciones: en la época de mayor fecundidad se amplía para facilitar los partos de los niños, caracterizados por ser una especie con niños de gran cerebro, mientras que una morfología posterior a la época reproductiva más estrecha facilita la estabilidad de la cintura y la erección.

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