Ecologistas, coches y opinión pública

El prestigio de los ecologistas es indudable. Las opiniones publicadas desde el Eurobarómetro hasta el Euskobarómetro evidencian que los grupos y organizaciones ecologistas son mucho más aceptados que los partidos políticos y los sindicatos. Las condiciones ambientales, de vida y la protección desinteresada de la salud son objeto de reconocimiento.

Parece que, de nuevo, en torno a algunos temas y polémicas especiales que surgen en la ciudad las cosas están más oscuras y las críticas de los ecologistas no son tan bien tratadas, como en el caso del automóvil.

Yo creo que el automóvil es el artilugio tecnológico más extendido y quizás el más perjudicial de este siglo. Con una gran parte de nuestra economía basada en la producción de carreteras, petróleo y coches, bajo el control de unas pocas multinacionales, el automóvil se ha convertido en una nueva enfermedad para el medio ambiente y nuestra calidad de vida. Si los accidentes, las multas, la contaminación y la ocupación del espacio urbano son una parte pesimista de la moneda, la movilidad, el estatus social y el sentimiento de libertad serían los atractivos. La publicidad de los coches no tiene reparos en jugar con el "sex appeal" o la conquista de la naturaleza; en definitiva, el automóvil privado quiere sustituir una parte importante de nuestra felicidad. Desde el punto de vista ambiental (cambio climático, contaminación atmosférica y desestructuración urbana, por ejemplo) y social, los coches y la automoción son los factores más negativos.

Entre nosotros, tanto los gobiernos central como autonómicos todavía no han querido ver el problema. Carreteras, variantes, túneles y autopistas son el signo de desarrollo para nuestros políticos. Parece que los coches tienen derecho a los votantes. Somos prisioneros de la cultura automovilística y sin coche no llegamos a ningún sitio. Sin embargo, los datos están ahí (estos son de Bilbao) y si son o no increíbles, todavía siguen siendo peatones (48%) la mayoría de nuestras ciudades junto con los que utilizan el transporte público (23%). Los que usan el coche son sólo un cuarto y su "viaje" normalmente no supera el kilómetro y medio.

Los coches son cada vez mejores tecnológicamente, más seguros y energéticamente más eficientes, pero esto ha traído poco de bueno al medio ambiente a medida que aumenta la matriculación.

Por eso, las propuestas de los ecologistas se verán mal porque el consumo y la producción exigen un cambio profundo. Poner freno a la expansión del automóvil es un gran reto como el chincharrear al gato, pero no faltarán aliados y compañeros de viaje que apoyen la opinión del público.

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Eusko Jaurlaritzako Industria, Merkataritza eta Turismo Saila