Después de la operación a casa

El concepto que indica el título se denomina “cirugía sin ingreso”. Dentro de la cirugía sin ingreso se pueden distinguir dos tipos: una cirugía ambulatoria (en la que el paciente acude inmediatamente después de la intervención) y otra cirugía de un solo día, en cuyo caso el paciente permanece varias horas después de la intervención. Este segundo es el que más se hace. La leyenda de la cirugía sin ingreso comenzó en los años 60 en Norteamérica, en los EEUU.

En California y Washington se puso en marcha un programa de cirugía sin ingreso para superar la escasez de camas. Debido al sistema sanitario privado que tienen los EE.UU., pronto vieron que muchas camas podían ahorrarse mucho dinero y la cirugía sin ingreso de los años 70 y sobre todo de los 80 ha tenido una gran expansión en Norteamérica. En 1980 el 20% de las intervenciones que aquí se ingresaban en los EE.UU. se operaron sin ingreso, alcanzando en 1990 casi el 30% y esperan alcanzar el 50-60% para el año 2000.

Si en un principio los impulsores de este nuevo tipo de cirugía fueron económicos, en comparación con los que sufrieron la misma operación y quedaron ingresados, se observó que los no ingresados se recuperaban más rápido, que tenían menos infecciones y que los pacientes sufrieron menos trauma psicológico.

En Europa, a pesar de conocer los resultados de los EE.UU., la nueva forma de cirugía ha ido situándose lentamente, siendo una de las causas la existencia de sistemas sanitarios públicos. Los costes no se han medido tanto como en EEUU, pero en los próximos años el coste de la salud será un factor importante. El dicho celebés dice que “la salud no tiene precio, pero tiene coste”.

La cirugía sin ingreso supone una revolución respecto a la práctica clásica. No en lo que se refiere a la técnica intra-quirófano (esto es lo mismo), sino a los cuidados y gestión posteriores. Atenderemos al paciente que hemos operado y enviado a casa, visitando la enfermera o el médico a su domicilio, o bien vía telefónica ... poniendo los medios más adecuados en cada lugar. Con este sistema el peso de los cuidados pasa del hospital a los cuidados en la calle.

En cirugía sin ingreso el paciente participa más activamente en su recuperación (menos “paciente”). La falta de hospitalización reduce considerablemente las infecciones. El trauma psíquico que genera la intervención, al ir a casa después de la operación, es menor, las camas quedan libres, por lo que los costes de las operaciones en muchos casos se reducen a la mitad. Mejor calidad.

En la Comunidad Autónoma, en los últimos 2-3 años se han puesto en marcha programas quirúrgicos de un solo día en la mayoría de los hospitales públicos. Se estima que en un futuro próximo el 18% de la cirugía que se realiza ingresada se realizará mediante cirugía de un solo día. Osakidetza ha realizado una encuesta de opinión sobre las personas que han sido intervenidas en el programa de cirugía de un día. Se ha preguntado a 1891 pacientes y los resultados han puesto de manifiesto que la opinión sobre la atención que se les ha ofrecido es del 92,3% “buena o muy buena”, frente al 96,6% de satisfechos o muy satisfechos.

Teniendo en cuenta las largas listas de espera que tenemos en nuestro sistema sanitario, esta actividad tendrá resultados esperanzadores, pero para que el programa se desarrolle con toda su fuerza, las instituciones sanitarias tienen que educar a la sociedad si operan sin ingreso, diciendo que no es por un mero motivo económico. Hay que enseñar que es por dar mejor calidad.

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