El poder de conservación del hielo ha permitido a algunos biólogos norteamericanos estimular bacterias de hace ocho millones de años. Las bacterias estaban en el hielo de un glaciar del Valle de Beacon, en la Antártida.
Tomando muestras de hielo estratificado con el tiempo, los biólogos han adquirido bacterias congeladas en diferentes épocas, las más recientes de hace 10.000 años y las más antiguas de ocho millones de años. En muchos casos, las células de las bacterias estaban degradadas, pero otras han podido descongelarlas y devolverlas a la vida. Las bacterias más antiguas resucitadas hasta el momento eran de hace 300.000 años.